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Muy interesante: El 9/11 fue un complót? Teorías de la conspiración desafían la historia oficial (ESPECIAL)

Muy interesante: El 9/11 fue un complót? Teorías de la conspiración desafían la historia oficial (ESPECIAL)

El 11 de septiembre de 2001 fue un día que Estados Unidos jamás olvidará, un hito de excepcional importancia en la historia de este país y del mundo. Una década después y a pesar de lo solemne de la conmemoración, no todos conceden un enfoque exclusivo al patriotismo y al duelo.

Pasaron diez años, pero muchos escépticos aún creen que existe algo más detrás de los ataques, algo secreto y que se ha ocultado a nuestros ojos durante todos estos años.

Las teorías conspirativas son hipótesis no demostradas relativas a un hecho específico, explicado como resultado de un complot que podría consistir en planes gubernamentales secretos o en intentos de asesinato; van de experimentos médicos al control de la opinión pública o de las mentes. Poseen un común denominador: la idea que los diseñadores del plan son autores intelectuales malévolos, unidos en torno a un fin maligno.

Entre los acontecimientos históricos a los que se sugirien móviles conspiratorios están el ataque japonés contra Pearl Harbor, Hawaii, el 7 de diciembre de 1941 y el asesinato del Presidente John F. Kennedy en Dallas, Texas, el 22 de noviembre de 1963. Ahora se agregó a la lista el plan llevado a cabo por 19 yihadis que secuestraron cuatro aviones para estrellarlos contra las Torres Gemelas de Nueva York, el Pentágono y presuntamente la Casa Blanca o el edificio del Capitolio, el11 de septiembre de 2001.

Más allá de estas tres tragedias, recientemente se han mencionado también como conspiraciones al calentamiento global y la muerte de Osama bin Laden a manos de soldados estadounidenses. Pero, por ahora, nos limitaremos a los ataques suicidas del 2001.

Muy interesante: El 9/11 fue un complót? Teorías de la conspiración desafían la historia oficial (ESPECIAL)

Horacio Beamonte, un analista independiente de los aspectos político y religioso del llamado Nuevo Orden Mundial, afirma que los ataques terroristas de 2001 fueron parte de una conspiración que involucra a un grupo poderoso, una élite internacional que incluye a varios miembros del gobierno de los Estados Unidos.

“El motivo específico [del 9/11] fue dar lugar a la invasión de Afganistán e Irak. Obviamente, ello ampliaría la guerra a nivel mundial… y [el expresidente George W.] Bush no solamente lo sabía, sino que lo llevó a cabo”, me dice Beamonte, quien es además el vocalista de una banda de rock y vive en un área adyacente a Ciudad de México.

Beamonte ha seguido y analizado por diez años el tema del Nuevo Orden Mundial [NWO por sus siglas en inglés] un término generalmente relacionado con el surgimiento de un gobierno mundial totalitario que reemplazaría los estados soberanos. Según él, la tragedia de 9/11 “no es más que un evento planificado, previsto, uno de muchos pasos en el complot destinado a lograr el dominio global”.

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Como Beamonte, otros teóricos de la conspiración aseguran que además de su énfasis militar, Estados Unidos tiene un interés geoestratégico en Medio Oriente a causa de las vastas reservas de petróleo en esa región del planeta. Los buscadores de la verdad o Truthers del 9/11 comparten la creencia común de que los ataques fueron llevados a cabo por un grupo de conspiradores en Estados Unidos o bien que por lo menos había en la Casa Blanca y la administración Bush, un grupo que permitió que ocurriesen, a sabiendas, para justificar una guerra. Están completamente convencidos de que el 9/11 fue la obra de un grupo interno, que fue un auto-atentado o “inside job“.

Uno de ellos, el doctor David Ray Griffin, autor de “The New Pearl Harbor Revisited” e importante miembro de ese grupo, ha dicho repetidamente que lo sucedido en 9/11 fue un auto-atentado en el que “la gente en del Centro Mundial de Comercio y la gente en el Pentágono fue asesinada por elementos dentro de su mismo gobierno”.

Al centro de la investigación oficial sobre estos hechos, está la afirmación de que el derrumbe de las torres gemelas fue resultado del incendio gigantesco causado por la detonación de los 19,000 galones de combustible que portaban los dos aviones impactados contra las estructuras; y que el calor por la combustión provocó que se desquiciaran las columnas centrales de las estructuras y llevaron a la caída de los dos edificios. Los “Truthers” están en desacuerdo con esta versión.

“Podemos afirmar de manera definitiva que las torres no se derrumbaron porque las chocaron los aviones que causaron los terribles incendios… probablemente se trató de una demolición controlada. Es el tipo específico de demolición controlada llamado ‘implosión’, que hace que una estructura caiga directamente hacia abajo”.

“Existe una masiva cantidad de evidencias que indican la existencia de una implosión” – dijo Griffin en una entrevista para NatGeo TV – “además, jamás ha sucedido que un rascacielos se haya derrumbado totalmente a causa de un incendio o de un daño externo, aunque fuese un fuego que dure 12, 15 o más horas”, agregó.

Sin embargo, según un informe de 2005 del Instituto Nacional de Normas y Tecnología [NIST] no hubo “evidencia corroborada de hipótesis alternativas, tales como las que sugieren que las torres del Centro Mundial de Comercio [WTC] fueron derrumbadas por una demolición controlada mediante el uso de explosivos colocados allí antes del 11 de septiembre de 2001” [NIST NC STAR 1, capítulo 8, página 176, http://fire.nist.gov/bfrlpubs/fire05/PDF/f05167.pdf].

Por concluyente que sea, cualquier evidencia siempre estará sujeta al cuestionamiento y a la duda. La principal teoría conspirativa de 9/11 incluye además el colapso del Edificio 7 en el WTC, también como resultado de una demolición controlada; y los daños materiales y humanos en el Pentágono, como consecuencia del impacto de un misil que habría sido disparado por el gobierno de los Estados Unidos.

“Lo sucedido en el Edificio 7 es increíblemente sospechoso. Poseo un video que enseña que al momente en que cayeron las Torres Gemelas había sufrido solamente daños menores… No hay manera de que ese edificio caiga de la manera en que cayó a menos que fuese consecuencia de una demolición controlada”, dijo en una entrevista con Voltaire Network el exdirector de operaciones de transmisión en el equipo de Respuesta de Emergencia Nacional de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias [FEMA], Kurt Sonnenfeld.

El 11 de septiembre de 2001, Sonnenfeld fue asignado a la Zona Cero – donde se encontraban las Torres Gemelas – sitio en que filmó 29 videos. Extrañamente, fue acusado de un crimen que él asegura no haber cometido y halló exilio en la Argentina, en donde vive desde 2003.

“Después del 11 de septiembre -afirma Sonnenberg- se descubrió que oculta dentro del Edificio 7 se hallaba la más grande estación doméstica clandestina de la Agencia Central de Inteligencia [CIA], existente fuera de la ciudad de Washington”.

“Era una base de operaciones desde la que se podía espiar a los diplomáticos en Naciones Unidas y conducir misiones de contraterrorismo y contrainteligencia”, agrega el exvideógrafo de FEMA y hoy autor del libro “El Perseguido” en donde trata de desmentir la versión oficial de 9/11.

Sonnenfeld asegura que debajo del nivel del piso del Edificio 6 – la matriz de la Aduana de Estados Unidos – existía un garage subterráneo donde el gobierno estacionaba automóviles a prueba de balas y camiones de comunicaciones telefónicas, utilizados para vigilancia clandestina.

“Cuando cayó la Torre Norte, [el Edificio 6] fue aplastado y se quemó totalmente… pero no había nada en su bóveda… había sido vaciada. Las calles estaban en ese momento totalmente obstruidas por vehículos de los bomberos, patrullas y automóviles que no podían moverse. La bóveda era lo suficientemente grande como para necesitar por lo menos un camión de carga para vaciarla… cualquier intento de recuperar el contenido de la bóveda en ese momento hubiese sido imposible. Indiscutiblemente, la bóveda fue vaciada antes del ataque”.

Por su parte, Beamonte contribuye un nuevo componente al debate, un poderoso elemento que agrega un móvil adicional a la escena del crimen: la religión y el ocultismo. Numerosas películas, series de televisión y libros de novelas han relacionado las teorías conspirativas con el dinero, las élites de poder y el dominio de las mentes humanas mediante la intimidación y la manipulación de la fe. La serie best-seller “Left Behind” [Abandonado] de Tim LaHaye y Jerry B. Jenkins es un buen ejemplo.

“La teología detrás de la teoría de conspiración del Nuevo Orden Mundial implica la creación de un sistema de gobierno global que impone un culto único -como excusa para poner fin a las guerras religiosas y al extremismo teológico- y luego poner en efecto su objetivo final de dominar al mundo”, dice Beamonte.

Sin embargo, este asunto no ha sido aún objeto de una discusión seria; no al menos, como se ha hecho en el caso del intento de crear una divisa de reserva global -lo que hoy en día es un plan real- y que había sido uno de los elementos de la teoría conspirativa del Nuevo Orden Mundial por largo tiempo.

Según Beamonte, detrás de 9/11 hay un doble propósito: “invadir Irak y extender la guerra en Afganistán de las que lucra la industria de armamentos; además del componente religioso que hallamos en el culto de los Illuminati, un grupo de importantes políticos y personas adineradas relacionados entre sí a lo largo de generaciones por una dinastía -por más fantástico que ello suene- desde los tiempos de los egipcios, el imperio romano, la nobleza europea y de allí, a la Casa Blanca y las élites del poder estadounidense”.

Se puede describir la conspiración de los Illuminati como una sociedad secreta que devino en un grupo de francmasones luciferianos que supuestamente tratan de gobernar el mundo mediante un sistema religioso y económico único.

“El Once de Septiembre fue un ataque perpetrado por el mismo gobierno de los Estados Unidos, un complot planificado por los Illuminati en las reuniones del grupo de Bilderberg, que incluye a líderes mundiales y personas de mucha, mucha influencia. Entre ellos se encuentran la familia Rockefeller, la familia Bush, la Familia Real de Inglaterra, la Familia Real de España y la de los Países Bajos”, dice Beamonte, quien ahora publica los hallazgos de sus investigaciones a través de Twitter y Facebook.

“El Nuevo Orden Mundial está impreso en todos los billetes del dólar, bajo un epígrafe que dice‘Novus Ordo Seclorum’, que significa en latín Nuevo Orden Secular. El propósito de 9/11 fue causar la guerra contra el terrorismo, pero también derramar sangre inocente para ofrecérsela a Satanás. Además, cuanta más gente inocente muriese en 9/11, más odio y resentimiento existiría entre las naciones y los credos. El caos es el arma más efectiva de la maldad. Los Illuminati y sus élites de poder están detrás de ello. Son la más poderosa legión masónica del mundo, cuyos miembros están infiltrados en posiciones de alto poder en gobiernos, corporaciones, los bancos. Aunque no todos los masones tienen conocimiento que la secta adora a Lucifer, solamente aquellos en los grados 32 y 33 lo saben.

“Todos los presidentes de Estados Unidos pertenecen al Grupo Bohemio y al de la calavera y los huesos [Skull and Bones], que es exclusivamente para hombres. El grupo Skull and Bones es la antesala a los Illuminati y es la secta en la que llevan a cabo su ritual de iniciación. Todos estos grupos están en control y utilizaron 9/11 para generar el caos y para avanzar en su objetivo de lograr un dominio total. Pero la gente está ciega. No creen en esto, no quieren creer”.

Más allá de los componentes religiosos o místicos, algunos de los “Truthers” se auto definen como algo distinto a “teóricos de la conspiración”, identificándose como escépticos que se basan en hechos racionales y científicos hallados en la escena de los crímenes. Insisten en su recomendación de que se abra una nueva investigación sobre 9/11.

Diez años después de la tragedia, el Once de Septiembre sigue siendo un tema controversial y quizás jamás se llegue a un acuerdo sobre la ‘verdad’ que le rodea. Muchas heridas siguen abiertas y el debate seguramente continuará; como debe ser, pues de lo único que debemos mantenernos alejados, es de la calamidad de la indiferencia.

 

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