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Guí­a básica turí­stica electrónica de Medellí­n

Guí­a básica turí­stica electrónica de Medellí­n

Guí­a básica turí­stica electrónica de Medellí­nHace diez años el dolor era muy grande. A Medellí­n, la segunda ciudad de Colombia algo así­ como Chicago en Estados Unidos, sólo se la podí­a visitar si se extremaban al máximo las precauciones. Pero esa nube negra que se cerní­a sobre la que fue alguna vez la ciudad más violenta del mundo ha desaparecido por completo.

El fantasma de la violencia que desató el narcotráfico todaví­a se percibí­a en las esquinas y en los ojos de sus habitantes. Una década de transformación, que llegó a su clí­max con el mandato de un alcalde, matemático de profesión, que en las elecciones de hace cuatro años desbancó a los polí­ticos tradicionales, fue necesaria para que el milagro se cumpliera. Sergio Fajardo, hombre que no conoce de corbatas, impulsó el cambio a través de obras de infraestructura como megabibliotecas emplazadas en barrios populares, largas calles peatonales en pleno centro, edificios históricos restaurados, y no menos importantes programas de resocialización y reinserción para los antiguos agentes de la violencia que depusieron las armas.

La confianza en la ciudad se restauró y ahora abundan los motivos para que los viajeros no se priven de disfrutar con plenitud de su clima primaveral —el termómetro marca siempre entre 18 y 27 grados centí­grados—; de la belleza del valle que la circunda y de la calidez de su gente —preguntar por una dirección, en muchos otros lugares es una penosa experiencia, en Medellí­n significa ir casi de la mano hasta el sitio buscado acompañado por el lugareño.

La nube negra que se cerní­a sobre la que fue alguna vez la ciudad más violenta del mundo ha desaparecido por completo. Es hora de bajarse de un avión, recorrer con la ventanilla abierta la carretera que lleva del aeropuerto de Rionegro a la ciudad por entre montañas y casas de campo, y dejar que de un momento a otro resplandezca, allá abajo, el rí­o que cruza la ciudad y se anuncie la promesa de tardes con brisa y caras de una hermosura dañina. Porque, además de todo, Medellí­n es, por mucho, la ciudad con el promedio de guapura más alto de Colombia.

DONDE DORMIR
PARK 10 HOTEL
Carrera 36B, 11-12, El Poblado
T. 57 (4) 310 6060
www.hotelpark10.com.co
Habitaciones desde 150 dólares.
En un hotel, cualquiera que sea, hacer llamadas de larga distancia es una pésima idea. Al pedir la cuenta el par de minutos en los que se saludó a la familia se cobran con sangre. En Park 10, a pesar de sus 5 estrellas y su exquisito decorado de corte inglés, gracias a su planta telefónica inteligente, las tarifas son bají­simas. Y ofrece ropa de cama de algodón de 350 hilos, orquí­deas que cambian todas las semanas, clases de pilates personalizada, bar de oxí­geno y biblioteca.

AFFINITY SUITES
Calle 6 Sur 43 A–100
T. 57 (4) 319 5000
Habitaciones desde 110 dólares.
Marí­a Adelaida Escobar alquilaba tres soberbios departamentos y luego se los subarrendaba a los poderosos hombres de negocios que llegaban a la ciudad a oí­r, plantear y sellar tratos. Diez años más tarde su idea encarnó en un moderno edificio de espaciosas suites equipadas con dedicación.

QUE HACER
PASEO PEATONAL CARABOBO
Av. San Juan con Carabobo
En los años 70 se decretó la muerte de Guayaquil, un mercado popular con varios decenios encima que hací­a las veces de puerto en tierra por su cercaní­a con la estación del ferrocarril. El lugar donde funcionaba —antigua sede de ladrones, prostitutas y bebedores solitarios heridos por el tango— fue recuperado para albergar el Parque de las Luces y la impresionante Biblioteca de las Empresas Públicas de Medellí­n. Los restaurados edificios Vásquez y Carrié dan inicio al largo paseo peatonal de Carabobo que desemboca en el Museo de Antioquia, el Palacio de Bellas Artes, el Hotel Nutibara y la Plaza Botero, alma y nervio del centro de Medellí­n. Caminar mientras en la mano se derrite un helado de café Yom Yom —receta mexicana— es absolutamente necesario. De lo contrario jamás se podrí­a hablar del Palacio Municipal, un edificio público con una cúpula de bronce desde la que se lanzaban los primeros suicidas de la ciudad, ni de una construcción gótica-tropical que fue convertida en centro comercial y que hace las veces de entrada al Hueco, un sector de comercio informal donde se consigue cualquier clase de chucherí­as y, por arte de magia, los mismos muestrarios de las telas de la temporada que se encuentran en las Galeries Lafayette en Parí­s.

PLAZA BOTERO
La caminata por el pasaje Carabobo termina en la Plaza Botero, un enorme parque público, arbolado, iluminado y muy seguro, que alberga en siete mil metros cuadrados, 23 esculturas monumentales donadas por Fernando Botero. En la misma plaza se encuentra el que quizás es el edificio art déco mejor conservado de Colombia, sede del Museo de Antioquia (Carrera 52, N. 52-43; T. 57 (4) 251 3636; www.museodeantioquia.org; de lunes a sábados de 9:30 a 17 horas; domingos y festivos de 10 a 16 horas; entrada general: 4 dólares) y guardián de la colección más completa de pinturas y dibujos del artista nacido en Medellí­n. Es obligatorio detenerse frente a la recreación de un Cristo de formas redondas con un corazón en llamas (sí­mbolo religioso colombiano tan famoso como la Virgen de Guadalupe mexicana) y al cuadro que representa la muerte del capo Pablo Escobar. La visita a las dos tiendas del museo, una de objetos de arte y otra de diseño —con zapatos y vestidos de los más representativos diseñadores jóvenes— y un café restaurante donde es menester pedir un robalo gratinado, son el cierre perfecto para una grata mañana.

PARQUES-BIBLIOTECA
En el barrio Santo Domingo, uno de los sectores más pobres de la ciudad, dos meteoritos negros se balancean sobre un precipicio. En San Javier, antiguo campo de batalla de las milicias guerrilleras y paramilitares, varias cajas de concreto están regadas en un parque como los juguetes olvidados de un gigante. En La Ladera, la antigua cárcel de varones ahora lleva el nombre de un poeta de apellido sueco, tiene un mirador de pulida madera y espejos de agua la rodean. í‰stos son tres ejemplos de la serie de parques biblioteca que se han instalado en los barrios populares de Medellí­n y que cambiaron la rabia y la indignación ante la pregunta de ¿dónde estarán mis impuestos? por planes familiares para ir a leer. Parque Biblioteca San Javier, Parque Biblioteca Santo Domingo y Parque Biblioteca La Ladera. Más información en www.reddebibliotecas.org.co

DE NOCHE
MíLODIE LOUNGE
Carrera 37, 10-29
T. 57 (4) 268 1190
www.melodielounge.com
De lunes a domingos desde las 17 horas.
Dry Martini con Tanqueray: 11 dólares;
aguardiente: 3 dólares.

Hay pocas cosas como sentarse al fondo del segundo piso de este bar. No hay ventana que separe el salón de la calle, así­ que el saludable clima paisa —así­ se les llama a los naturales de Medellí­n—, no se enturbia por el aire acondicionado o el exceso de adictos a los martinis y a la música lounge. Pedir el Absolut Berry (Absolut Blue, Cointreau, fresas congeladas y un golpe de pimienta) y mirar de reojo el conjunto de piernas largas que se apoyan en la barra mientras suena una mezcla de la nueva canción de Royksopp confirmará sus expectativas sobre Medellí­n y sus noches, y le hará pensar en prolongar la estadí­a, digamos, unos seis meses. No vale la pena pedir aguardiente, el trago colombiano por excelencia. El precio de la copita es infame.

BERLIN
Carrera 10, 41-65
T. 57 (4) 266 2905
Cerveza: 2 dólares; aguardiente: 3 dólares;
whisky: 5 dólares.

En toda ciudad con una mí­nima vida nocturna respetable existe un bar que nunca cierra. Es el clásico que se visitó durante la universidad, se revisitó en los primeros meses de trabajo y al que se regresa con cariño ahora que nació el primer hijo. Un pub con jardí­n en las entrañas, Berlí­n, la institución, ofrece dos mesas de billar, una roja cabina telefónica londinense, y esa mezcla de rock puro, juventud bella y altanera y artistas cuarentones ya consagrados, que tanto inquieta pero tanto gusta.

CIENFUEGOS
Carrera 36, 8-110
T. 57 (4) 311 5454
Media botella de aguardiente: 15 dólares,
cerveza: 2.5 dólares.
Medellí­n tiene una tradición salsera comparable a Cali o Barranquilla. Fruko y sus tesos, orquesta insignia de la salsa colombiana, nació en la ciudad. Aún funcionan en el centro un par de sitios donde ritmos como la descarga y la charanga parten en dos a los frágiles de huesos. La diferencia con Cienfuegos es que canciones clásicas del repertorio salsero como “El Ratón” suenan en vivo y en directo. El trí­o que toca de miércoles a sábados le hace justicia a Cheo Feliciano, Willie Colón, Héctor Lavoe y otros tantos capos de la salsa dura. La luz de neón que baña a las parejas hace sentir al bailarí­n en una pelí­cula de Almodóvar rodada en Colombia.

DONDE COMER
HERBARIO
Carrera 43D, 10-30
T. 57 (4) 311 2537
www.elherbario.com
De 12 a 23 horas.
Alrededor de 25 dólares;
botella vino: 20 dólares.
El chef del Herbario va en persona cuatro veces a la semana al mercado. Sus ojos y manos escogen los ingredientes que se utilizarán para cocinar el pulpo al escabeche con reducción de azúcar morena y jengibre, o el lomito de cerdo con chutney de tomate de árbol (una extraña variedad colombiana que originalmente se usa para hacer un jugo delicioso). En caso de que encuentre mesa también puede ordenar un atún con el corazón rojo y cerrar con una base crocante de avena y uchuvas caramelizadas, fruta única que por su sabor ácido vale oro en los mercados asiáticos a los que se exporta. El diseño del restaurante, en especial el altí­simo techo decorado con paneles de madera de formas caprichosas (antes funcionaba como bodega) paga por sí­ solo la visita.

LA CAFETERIE DE ANITA
Carrera 6 Sur, 43a-92
T. 57 (4) 311 3103
Alrededor de 30 dólares; botella
de vino Montes Alpha: 57 dólares.
Si usted reserva en la noche se hace dueño de una mesa en este restaurante de clásica comida francesa con algunos afortunados atrevimientos latinos, como el uso del tamarindo. Ninguna pareja lo hará sentir mal desde esas ya habituales salitas de espera por llevar horas sentado disfrutando de su comida. Para ir a La Cafetií¨re se necesita tiempo. Así­ lo requiere la propuesta de slow food de Anita Botero, chef del Cordon Bleu. ¿O cree que una chuleta de cordero en salsa de menta o una pechuga de pato en salsa de uchuva son platos para despachar rápido? Los presidentes del Sindicato Antioqueño —el mayor grupo industrial de Colombia— no piensan así­, por eso son clientes asiduos.

MEZELER
Carrera 8a, 37-20
T. 57 (4) 352 5909
http://mezeler.com
Alrededor de 20 dólares.
En Mezeler, algo así­ como “bocados sabrosos” en griego, la comida se comparte. La idea es disfrutar en compañí­a de algunas tapas mediterráneas que van al centro de la mesa pero eso no quiere decir que prime la informalidad. Es un restaurante y bar de vinos muy riguroso —hace muy poco ganó un premio de la revista Wine Spectator por su selección— que simplemente tiene la fortuna de saber combinar albóndigas marroquí­es, labneh, guandolo, un refresco tí­pico preparado con mucho limón y agua endulzada con azúcar morena, y una variedad de helados artesanales.

Cí“MO MOVERSE
El metro de Medellí­n fue el primer experimento de transporte masivo de Colombia. Corre de sur a norte —de punta a punta tarda 45 minutos— y del centro al occidente. Impecable y puntual, es la mejor opción para moverse por la ciudad y una vitrina ambulante deliciosa (70% de las cúpulas de las iglesias de Medellí­n se pueden observar a través de las ventanillas y a veces suena por los altavoces uno que otro himno del pop de los años 80). Aunque, por supuesto, una buena red de taxis puede llevarlo también a cualquier parte (www.metromedellin.org.co; pasaje sencillo: 0.60 centavos de dólar).

IMPRESCINDIBLE
SALí“N MíLAGA
Carrera 51, 45-80
T. 57 (4) 231 2658
www.salonmalaga.com
De lunes a sábados de 7 hasta la madrugada; domingos y festivos desde las 8 a media noche.
Un museo con billar y el constante tintineo de las copitas de aguardiente, el último bastión de la bohemia tanguera y bolerista de los años 50, un sitio emblemático pero secreto que cumplió medio siglo de vida, así­ es el Salón Málaga, un cafetí­n en diagonal a la estación del metro San Antonio. Repleto de fotos de antiguas glorias que le cantaron al desamor, el Málaga envicia con su música vieja.

Dí“NDE COMPRAR
La carrera 37 es como un laboratorio. La ropa, los zapatos y los accesorios que en un año estarán en los centros comerciales y las pasarelas de las ferias de moda, tan ligadas a la vida de Medellí­n, se conciben en esta calle conocida como Ví­a Primavera (www.viaprimavera.com), en el Poblado, muy cerca del Parque Lleras. Un total de 22 almacenes encabezados por Rojo (ropa de vanguardia), Logreira (ropa a la medida) y Divino (prendas irreverentes), son la respuesta altanera a las grandes casas de moda. Usted puede ir a ver cómo nacen las tendencias en Miau, Ahja! y Locomplejo de las manos de esos jóvenes creadores que parecen recién salidos del colegio y que mañana cobrarán por su trabajo en petrodólares.