A principios de este mes, las autoridades de la nación insular del Pacífico Sur de Tuvalu tuvo que enfrentarse a un problema bastante grave: que se estaban quedando sin agua. Debido a una grave sequía y duradera, las reservas de agua en este país de 11.000 personas se había reducido a un valor tan sólo unos días. El cambio climático juega un papel aquí: como el nivel del mar subió, las aguas subterráneas de Tuvalu se convirtió cada vez más salina y no apta para beber, ahora la isla depende del agua de lluvia. Pero La Niña ha reducido las lluvias, dejando a Tuvalu en seco como un hueso. “Esta situación es mala”, dijo Pusinelli Laafai, secretario permanente de Tuvalu de los asuntos de interior, a la Associated Press a principios de este mes. “Es realmente malo.”
La posible escasez de agua es una razón más para tratar de reducir las emisiones de carbono y los peores impactos del cambio climático – un mundo más cálido es probable que se seque más en las regiones que ya es árido, así como lluvias extremas se intensifica en las zonas con mucha. Pero cada vez son más graves los efectos del cambio climático, vamos a necesitar para el uso del agua mucho más eficiente que ahora: la población mundial es ahora gigantesca, y más gente necesita más agua. “El nuevo pensamiento acerca de las soluciones y la planificación sostenible del agua y de gestión, mejores datos, estudios de caso y los esfuerzos de sensibilización, son necesarios”, Gleick escribe en agua en el mundo.
Pero la era de los grandes proyectos pueden terminar, en gran parte, porque hemos empezado a reconocer los problemas ambientales que vienen con grandes presas, incluyendo la pérdida de fauna acuática y el desplazamiento de las poblaciones locales. Así como nos hemos dado cuenta que la eficiencia energética es a menudo la manera más rápida y económica para hacer frente a las emisiones de carbono, no hay mucho que se puede hacer para frenar las aguas residuales. Es necesario “adoptar estrategias del siglo 21 de las nuevas formas de suministro de agua sostenible, replantear la demanda de agua y eficiencia en el uso y [adoptar] un uso inteligente de los precios y la economía”, dijo Gleick. La alternativa podría significar acabar como el pobre Tuvalu – alto y seco.
