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Contaminación mata 5 personas al día en Medellín

Contaminación mata 5 personas al día en Medellín

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La cifra habla sola: cada día en Medellín mueren cinco personas por problemas de la contaminación.

No es un invento. Es un estudio realizado por el médico epidemiólogo Elkin Martínez López, profesor de la Facultad Nacional de Salud Pública, quien hace años estudia el tema.

Al año, más de 1.000 personas fallecen por enfermedades respiratorias crónicas y más de 500 por cáncer de pulmón. “Este es el sensor de la calidad del aire”, indica. Las cifras las acaba de presentar en un congreso internacional.

El estudio abarca de 1980 a 2012, lapso durante el cual alrededor de 20.000 personas han fallecido por enfermedades respiratorias crónicas, una tasa de 46 por 100.000 habitantes, que en 1980 era de 13,6.

La causa: la contaminación de una ciudad metida en un valle cerrado.

Antes, indica, podría atribuírsele al tabaquismo, pero este viene en descenso y muestra los datos: a mitad de los años 60 la prevalencia del cigarrillo era del 50%, hoy es cerca del 20 y se estima que cada dos años se reduce un uno por ciento.

El informe sobre la mortalidad por contaminación en el planeta entregado la semana pasada por la Organización Mundial de la Salud reveló que por enfermedades respiratorias y cáncer de pulmón moría solo el 20% de las personas que fallecían por el aire de mala calidad. El resto por ataques cardiacos y derrames, algo que aún no se estudia acá. “Deduzca usted”, dice. Así serían 30 muertos al día.

“Los riesgos de la polución del aire son ahora mucho más grandes que lo pensado o entendido hasta hoy, en particular para los infartos y los derrames”, dijo en su momento María Neira, directora del Departamento de Salud Pública de la OMS.

Martínez López hizo en 2007, con otros investigadores, un estudio similar para el Área Metropolitana y la Alcaldía de Medellín. La incidencia es, entonces, más que clara.

Julián Bedoya Velásquez, profesor de la Universidad Nacional, es una de las personas que más conoce sobre calidad del aire en la zona metropolitana. Su hoja de vida es extensa, incluyendo asesorías internacionales. Sostiene que se ha avanzado en las mediciones, pero hay temas que preocupan.

El hollín, un material fino que penetra los pulmones y se produce por la combustión del diésel, no es medido.

“La norma colombiana es muy laxa si se compara con la de la OMS. Se cumple la norma colombiana fijada en atención a intereses económicos y políticos”.

El experto cita otro dato que tiene que ver en el problema: se eliminó el plomo de la gasolina, un componente que causa algunos problemas de salud, para lo cual se aumentó el contenido de bencenos, hidrocarburos aromáticos que producen cáncer. “Los aumentamos para que la gente se enfermara más, son cancerígenos, de eso no se hace seguimiento”.

Para la mortalidad, Martínez López estudió los certificados de defunción que se encuentran en la autoridad competente. Pero hay más información que refuerza el vínculo aire-enfermedad respiratoria. Las respiratorias son el 31,1% de la consulta externa en menores de 4 años, seguidas de lejos por las enfermedades infecciosas con el 19,8%.

En Urgencias para esa población, constituyen el 37,3% de los casos frente al 21,1% de las infecciosas.

El 31% del ausentismo laboral en la ciudad se debe a problemas respiratorios, seguido por las enfermedades osteomusculares con el 18%.

Hay otro dato serio: la mortalidad en menores de 5 años por enfermedad respiratoria aguda aumentó 142% a partir de 2005.

Para el médico epidemiólogo hay dos responsables: el encerramiento de la ciudad y la excesiva contaminación que producen muchos vehículos, en especial los pesados.

De lo primero ya había dado cuenta una investigación de la Universidad Nacional. La estación de monitoreo atmosférico láser Lidar-Unal reveló el año pasado que la contaminación se mezclaba en las primera mitad del día con aire limpio, pero al caer la tarde volvía a quedar atrapada en el valle, acumulándose.

En un video del Laboratorio de Calidad del Aire de la Universidad Nacional, su directora Carmen Elena Zapata comenta que el ingreso de más vehículos está incidiendo en el aire.

Para Bedoya hay problemas serios por la mala movilidad. “Se necesita tener una visión más integral de la ciudad, mirarla como un todo”. El problema son los 80.000 carros que pasan frente a la casa, no uno. “No es tan sencillo identificar de quién es la culpa”.

Martínez López realiza de vez en cuando mediciones de calidad del aire a ras de piso cerca a la Facultad sobre Carabobo, que tiene tráfico pesado. Posee con una colección de filtros totalmente negros luego de 8 horas de exposición.

Para él, las estaciones que miden en la ciudad están en pisos altos, lo cual enmascara la contaminación. Bedoya considera que es un problema de modelación y cita el caso de San Francisco en California: cuenta con una sola estación medidora pero modelos que dicen a cada instante cómo está el aire en cada sector de la ciudad. Y mientras allá son decenas de doctores los que están al frente, acá se trata de un puñado de profesionales que no tienen una orientación más calificada.

Acá “hay mediciones de lo que hay en el aire, no hay un seguimiento sistemático, juicioso de la generación de la contaminación”.

Los comentarios sobre las mediciones del Área Metropolitana son estáticos, les hace falta, anota.

Bedoya se lamenta aún por la escogencia de buses a gas para el metroplús, combustible más limpio que el diésel pero menos que la electricidad. “En una escala de 1 a 100 el diésel está en 1o0, el gas en 10 y la electricidad en 1”.

Para Martínez “esto es creciente, permanente, se confirma año a año y ocurre solo en Medellín, no en otra ciudad.

Mientras en Medellín con dos millones de habitantes mueren 500 personas por cáncer de pulmón al año, en Bogotá con cuatro veces esa población la tasa por 100.000 habitantes, que es 4 veces menor.

“Puede que uno no fume, pero la ciudad fuma. Fuman los carros, las fábricas, los camiones, las volquetas, las tractomulas”.

Un problema serio.