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Chocó en el olvido

Chocó en el olvido

Esto se ha repetido hasta el cansancio en muchos informes de organizaciones no gubernamentales y entidades internacionales, y en artículos de prensa. Pero no hay región de Colombia que sea la representación más clara de esto que el Chocó. Olvidada, discriminada por cuenta de un racismo persistente y, lo que más alarma causa: es una de las regiones más visiblemente pobres del país. De acuerdo con el gobernador del Chocó, Luis Gilberto Murillo, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha asegurado que para que Chocó tenga los niveles de la Bogotá de hoy, hay que esperar unos 30 años. Puesto así, luce mucho más palpable que a través de cualquier otra cifra.

En medio de esta situación de pobreza y abandono, pasan otras cosas, como es lógico. El paro armado que hace una semana declararon las Farc y que se extendió por ocho días es el reflejo de lo que el Chocó ha simbolizado para los gobiernos nacionales en general: la inestabilidad institucional, el auge de una fuerza paralela al Estado, la facilidad para los grupos armados de tomarse fácilmente las vías, dañar el comercio, perjudicar a una zona que ya está sufriendo. De acuerdo con la Cámara de Comercio del Chocó, la actividad comercial se vio afectada con la pérdida de $3.000 millones. Un panorama nada alentador que recuerda la frase coloquial de “al caído caerle”.

Chocó en el olvido

A la hora de escribir estas líneas, el presidente Santos ha llegado a la región para realizar uno de sus consejos de ministros en la ciudad de Quibdó, el corazón administrativo del departamento. No había que esperar tanto, hay que decirlo, para que un gobierno nacional llegara a esta región a prestarle la atención que merece. Los problemas endémicos de Colombia se multiplican en el Chocó como por arte de magia. Pero si de algo sirve esta noticia de último minuto, si algo de refuerzo institucional, ayuda estatal o políticas públicas encaminadas a solucionar los problemas de extrema pobreza llegan en algún momento, se habrá hecho un avance.

Tienen toda la razón las autoridades del Chocó al decir que un paro armado en cualquier otra parte del territorio hubiera ocasionado una alarma mucho más grande y temprana. Pero esta población no tiene el mismo megáfono que cualquier otra: la pobreza y el abandono son las raíces de su soledad.

Es hora entonces de atender las cifras, de entender las causas, de atacar la corrupción, de reforzar el aparato estatal, de enviar ayudas con miras a mejorar un bienestar general. Bruno Moreno, coordinador residente y humanitario de las Naciones Unidas en Colombia, dijo que el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ocho metas, entre las que se cuentan la erradicación de la pobreza extrema y el hambre, la educación universal, entre otras), frente a los cuales Chocó no ha recorrido ni la mitad, debe traducirse en un esfuerzo conjunto entre los gobiernos, el sector privado, la academia y la sociedad.

Valdría la pena que el Gobierno revisara todos los informes académicos que se han hecho con el fin de visualizar ese punto casi invisible de nuestra patria que es el Chocó. Y que los distintos sectores se unan en torno a esta causa. La visita de Santos no debe pasar como un evento aislado: podría ser, como creen muchos, el primer paso para empezar a cerrar esa brecha de desigualdad que esa “maravilla de riqueza” —como dijo el propio Santos en su visita al Parque Nacional de Utría— experimenta desde hace años. Tres problemas principales deberán ocupar la cabeza del Gobierno por el momento: la pobreza, la disminución de la violencia y la infraestructura. Por algo se empieza, aunque tarde, pero así debe ser.

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