Porque uno de cada 12.500.000 de destinatarios cree realmente que Adada Muhammadu quiere escapar de Nigeria y repartir los ocho millones de dólares con el alma cándida que esté dispuesto a financiar parte de su viaje.
Esa es la efectividad del correo basura: 1 de cada 12.500.000 correos según un estudio de la universidad de Berkeley en California. Así que sí, hay un pardillo que responde a los anuncios de C1AL1S y VI GR4, y es el responsable de que al resto se nos sature el buzón de entrada. Según el estudio, basta con esa bajísima efectividad (0,000008%, si no he metido la pata con la calculadora) para que un spammer gane dinero con una campaña de correos masivos y se debe en parte a que hoy en día las redes de spam utilizan máquinas zombies repartidas por todo el mundo —su PC puede ser una de ellas- para diseminar el correo y su coste de mantenimiento es casi cero.
Un spammer con más de un millón de ordenadores zombies, según el estudio, puede generar casi tres millones de euros al año, especialmente si se centra en las campañas que suelen tener mayor índice de respuesta —medicamentos y remedios naturales con efectos similares a Viagra-. Si después de ver estas cifras ha pensado en saltar al otro bando y pasar de spameado a spammer, tenga en cuenta dos
 consejos:
1. En la jerga del oficio al correo basura no se le llama Spam (y no es basura, ¡por Dios!), sino “direct mailing”, “e-mail marketing” o similares.
2. La competencia es feroz y es el tipo de competencia que sabe partir piernas y fabricar zapatos de cemento.