Las letras llegan en sus voces, con historias en que el corazón se pone más rojo y arrugado o en que hay que imaginarse mundos o animales o amores o quién sabe qué cosas que se les ocurren a los poetas y producen sensaciones que solo ellos saben conjurar.

“La poesía es de todo el mundo, no es para iluminados, ni exclusiva de los poetas. Se hace por la gente y es consecuencia de ella”, expresa Gabriel Jaime Franco, coordinador del Festival de Poesía de Medellín.

Las personas en frente del poeta, sea de Rusia, Alemania, México, Camboya, Palestina o Colombia, escuchándole sus letras, su manera propia de entenderlas o de no entenderlas. La poesía es de ellos, que se la quedan consigo.

Eso es lo que busca este Festival Internacional, lo que se ha encontrado desde hace 20 años y lo que, de seguro, se pretende que pase desde hoy, cuando en compañía del aire libre, en el Teatro Carlos Vieco del Cerro Nutibara, se inaugure una nueva edición.

Y los veinte años no son para menos. Salvo para tirar la poesía por la ventana. Según las palabras de su director Fernando Rendón, el Festival ha crecido en un 40 por ciento. Hay más participantes invitados y, de 134 actos que fueron el año pasado, para este festival se tienen 184.

Poetas son 100 de 58 países, son 133 lecturas entre Medellín, otras 10 ciudades del país y 27 municipios antioqueños.

Hay 33 actividades en el marco del XIV Escuela de Poesía de Medellín, que incluye cursos, conferencias, conversatorios, talleres, largometrajes, documentales y conciertos.

Si algo tiene este Festival, explica Gabriel Jaime, “es que tiene una concepción democrática. Llevamos la poesía a todos lados”. Y la traen de muchos otros.

Poesía para recordar
El Festival inició en 1991, en una época difícil para el país. Era la guerra contra el narcotráfico y “estábamos casi en toque de queda no declarado”, recuerda el coordinador.

Entonces quisieron mostrar que había otras posibilidades al conflicto, como la poesía. “Nos opusimos al terror con ella. Y el primer día fue mucha gente”, añade Gabriel Jaime.

También tenían la idea de demostrar que la poesía no es ajena a las personas como a veces parece. Solo que así lo hacen creer, pero que “si se la dan, la reciben de manera natural”.

Son veinte años para celebrar y para creer en la poesía, en que muchos son los que se dejan encantar por ella.

“La poesía contribuye a fortalecer, a afirmar ese espíritu de ciudad. Sin duda tiene una capacidad de reflexión. Es un canto que humaniza la conciencia de todos”, cuenta Fernando Rendón.