
En Turquía está ocurriendo algo que preocupa a científicos y autoridades. El suelo literalmente se está abriendo. En regiones agrícolas; como la llanura de Konya, ya se han detectado cientos de enormes sumideros que aparecen de forma repentina, devorando campos de cultivo y dejando cráteres de varios metros de profundidad. El factor clave detrás de este fenómeno es la extracción excesiva de agua subterránea, utilizada para sostener la agricultura en medio de una sequía cada vez más severa.

Este proceso no solo amenaza la producción de alimentos, sino también la seguridad de comunidades rurales e infraestructuras. Los expertos advierten que, si no se cambia la forma en que se gestiona el agua, los hundimientos seguirán multiplicándose.
Turquía se convierte así en un ejemplo claro de cómo la presión humana sobre los recursos naturales puede desencadenar consecuencias visibles, rápidas y difíciles de revertir.

