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Presidente Petro: Sitios de fiesta deben tener puestos de salud para detectar drogas

Aquí en nuestras ciudades, y es una orden que voy a impartir, los sitios de fiesta colectiva deben tener puestos de salud pública con un instrumento que permita detectar el fentanilo, ahí ustedes lo tienen, no sé cuánto valga ese tipo de instrumentos, pero los debemos comprar, para que cualquier muchacho, muchacha que haya adquirido sustancias en la discoteca, en la zona, pueda tener con confianza la posibilidad de entregarle a un señor en un puesto, dígame si esto tiene fentanilo, y él pueda con su aparato decir sí o no” 

Estas fueron las palabras del presidente de Colombia durante el IV Congreso internacional contra el tráfico de fentanilo, sustancias químicas y nuevas sustancias psicoactivas, en defensa de la vida: Sobre el fentanilo hemos hablado algunas cosas, pero, indudablemente, tenemos que reconocer nuestra ignorancia en un tema que entra en el escenario de la humanidad contemporánea apenas hace un corto y breve tiempo. No habíamos conocido este tema hace tres años, y promete cambiar sustancialmente la manera de pensar el tema de las drogas.  Voy a ligar un poco esto de cómo puede cuestionar las políticas que tradicionalmente se han tenido. El comportamiento en Colombia, geográficamente hablando, incluso, y me atrevería a decir que el fentanilo no se puede abocar exclusivamente desde una visión policial, que no puede ser eso. Es parte, pero tiene que tener un concepto mucho más integral para que podamos alcanzar alguna efectividad, porque el tema de las drogas cada vez toca más, la antropología, la economía indudablemente, los procesos económicos y las estructuras mismas de las sociedades, las culturas, incluso. 

Ha pasado tiempo en el que las sociedades humanas, de alguna manera u otra, han estado vinculadas a algún tipo de lo que hoy llamaríamos drogas. Las sociedades de entonces no las llamaban así. Por poner solo un ejemplo, el vino recorre buena parte de la civilización mediterránea y de la sociedad cristiana, hasta llegar a nuestros días. Y esto lo traigo a cuento porque si nos venimos a la actualidad, después de siglos de este tipo de historias, incluso, de un pasaje en la historia de los Estados Unidos, que nosotros vemos es por películas, la decisión de prohibir el whisky y la decisión de legalizarlo en una temporada que  causó en Estados Unidos muchísimos muertos y el surgimiento de algo que ya venía de atrás. 

La decisión de prohibir y de legalizar es una decisión política” 

El padrino se empodera con la prohibición y desaparece con la legalización. Y aquí no quiero que saquen la conclusión de que entonces estoy pidiendo que se legalice todo, sino que lo debemos tener en cuenta, sobre todo en el caso de drogas débiles. La ciencia nos podría decir qué es débil y qué es fuerte. Esa frontera está muy difícil de definir, ha matado más el alcohol, siempre surge en la tesis, que la marihuana, ha matado más la nicotina que la cocaína, son temas del análisis ¿Por qué decidieron prohibirlo? Es una buena historia, qué tipo de ideología y de moral estaba detrás de la idea que era mejor para la sociedad norteamericana prohibir el whisky, y su efecto posterior que resultó contrario a la intención, y terminó en una serie de masacres en muchos lugares de los Estados Unidos, un incremento de la corrupción policial en aquel entonces, y al final pues unas decisiones que terminaron llevando a otra decisión política que les pareció más conveniente, legalizar el whisky. 

En la guerra contra las drogas hace 50 años, Nixon (Richard Nixon – Presiente de Estados Unidos 1969 – 1974) decidió —viendo el surgimiento de un movimiento juvenil muy de protesta en los años 60, 70, contra la guerra de Vietnam— prohibir lo que él consideró que eran las sustancias que eran básicas en la configuración de ese movimiento, que era más bien un movimiento cultural y juvenil; la aparición del rock, el Woodstock, la paz como una consigna política en el mundo y la lucha contra la guerra del Vietnam. Los hippies que llamaban, alcancé a conocerlos de muy niño, y creyó que una andanada policial contra las sustancias que consumían, básicamente marihuana, cannabis —le decimos nosotros y LSD— podría aplacar ese movimiento social. Se aplacó el gobierno, no se aplacó el consumo. El cannabis sigue hoy, 50 años después, y tiene una historia anterior y el LSD también.   

No existe el movimiento juvenil de aquel entonces, ya eso dejó de existir en la antropología social norteamericana. Es muy difícil encontrar algo que vivó, que socialmente se llame hippie, la contracultura, el underground, no tiene las mismas formas y los hippies juveniles del entonces hoy son viejitos, bastante viejitos, son padres y abuelos, y quizás estén pensando en este tema, con ojos preocupados, el fentanilo. Quizás, hasta comparan el ejercicio de ellos en su juventud y ahora lo que ven como un peligro sobre sus propios nietos y nietas, quizás hasta tendrían algo que contarnos, yo creo, y enseñarnos alrededor de esos dos mundos que separa medio siglo.  El cannabis fue prohibido en la Convención de Viena, el LSD también y me acabo de enterar, dato nuevo, el fentanilo estaba prohibido en 1961 y entonces aquí hay otra historia paralela interesante para estudiar ¿Por qué el fentanilo prohibido en 1961 versus el cannabis? Creo que fue unos años después, tiene una historia tan diferente. ¿Por qué el fentanilo fue legalizado? Decisiones políticas ¿Y por qué el cannabis no, hasta hace muy poco? Son preguntas que, me parece, deberíamos reflexionar. 

Detrás del cannabis no había ningún tipo de empresariado poderoso en el mercado, surgen ahora con la legalización, me imagino, y surgirán, pero detrás del fentanilo sí. El fentanilo entra en la sociedad norteamericana llevado por empresas legales, poderosas y en venta legal en el mercado. Es recetado —decimos nosotros— por los médicos a pacientes que creían ellos —también de buena intención, no es una actitud perversa— merecían un tratamiento con fentanilo. Esa es la forma como entra en la sociedad norteamericana, no entra en la ilegalidad, no entra con las mafias, no lo produce México ni ningún país latinoamericano. Nosotros no sabíamos del fentanilo, hasta hace muy poco. Pero se irradia, es a partir del mercado libre. Los poderes políticos no tienen mucha presión sobre ese mercado, allá ha habido debates alrededor de este tema de la industria farmacéutica y el mercado. Y el efecto final es que, a partir de la medicación se configuran los primeros núcleos de adictos y se estanca de una manera exponencial. Eso es lo que sabemos nosotros, podemos estar equivocados, pero es lo que sabemos. 

El fentanilo ha matado 100.000 personas al año, según las estadísticas. Estamos ante un fenómeno completamente diferente, indudablemente. Estos impactos que han tenido estas sustancias han sido impactos sociales en la historia reciente de los Estados Unidos. Científicamente sabemos que la sustancia fentanilo es 50 veces más adictiva que la heroína, etcétera, eso no lo puede decir la ciencia, pero ¿por qué la sociedad lo está consumiendo?  Eso no lo dice la ciencia o por lo menos la ciencia exacta, eso no lo dicen las ciencias humanas, antropológicas ni la política. Si la sociedad de los Estados Unidos es más vulnerable al fentanilo que la sociedad colombiana, es porque las personas en la sociedad de los Estados Unidos están viviendo más solas, se han roto más las líneas de afecto, se ha roto más la comunidad, o como decía en la reunión de Conferencia Latinoamericana de drogas en Cali: el amor está desapareciendo. Y lo que nos protege a nosotros, hasta ahora hipótesis, es que aún son fuertes los lazos de afecto, que el muchacho cuando sale a la calle tiene una sensación cultural y existencial diferente que, si sale a la calle en el Downtown de Miami, o peor de Washington, o de la Florida, o de un pueblo en la América interior. La sensación cultural es diferente porque ese muchacho o muchacha siente que la calle es su compañía y en cambio el otro muchacho o muchacha siente que la calle es su soledad. Y esta diferenciación que tiene que ver es con las estructuras sociales, no tiene que ver con la persona ni con la sustancia, está haciendo a Estados Unidos cada vez más vulnerable de una droga que mata, literalmente. 

Lo pongo también como hipótesis, si la marihuana o cannabis y el LSD eran las drogas de la rebeldía juvenil contra una guerra, y pasó. Y si la cocaína era la droga que siguió, que era la droga de la competencia del ejecutivo de Wall Street, del que debe tener éxito si no se queda en el camino, que era la cultura propia de la sociedad neoliberal y el neoliberalismo está muriendo, entonces nos ha aparecido una tercera droga, que corresponde a una fase diferente de la historia humana. Esta, que ya no es propiamente neoliberal, tiene un signo, es el signo de la extinción de la humanidad, de la crisis climática, de todas las crisis juntas, de la enfermedad que acabamos de vivir como pandemia, que se sintetiza entonces en otra época de la sociedad norteamericana que es diferente a la neoliberal. Ya no es la droga del hombre del éxito y de la competencia, es la droga de la muerte. 

Aquí en nuestras ciudades, y es una orden que voy a impartir, los sitios de fiesta colectiva deben tener puestos de salud pública con un instrumento que permita detectar el fentanilo, ahí ustedes lo tienen, no sé cuánto valga ese tipo de instrumentos, pero los debemos comprar, para que cualquier muchacho, muchacha que haya adquirido sustancias en la discoteca, en la zona, pueda tener con confianza la posibilidad de entregarle a un señor en un puesto, dígame si esto tiene fentanilo, y él pueda con su aparato decir sí o no. Aquí cambia el paradigma, porque si dice sí tiene, la misma muchacha va a decir no, no quiero consumir eso, para eso tiene que haber propaganda, para eso tiene que haber información, que la ciudadanía sepa de qué se trata, no que por ignorancia muera. Pero si dice el otro que no, entonces aquí aparece un tipo de política de lucha contra la droga que es la mitigación del daño, se mitigue el daño, así consuma la otra sustancia, porque no le permitimos consumir la que la puede matar, se mitiga el daño. 

Esto significa que la política contra las sustancias deja de ser policial en lo cotidiano y pasa a ser de salud pública. Esto significa que tiene que haber muchísima prevención, precisamente, para que cualquier persona en Colombia sepa de qué se trata el fentanilo y no que por curiosidad vaya a comprar pensando que lo va a poner chévere y no sé qué, cuando ya está consumiendo es el instrumento de la muerte. Y esto nos lleva a que las policías tienen que actuar entonces es sobre las grandes transacciones que este tipo de drogas está provocando.   

FUENTE: presidencia.gov.co

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