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MEDELLIN.... POR LOS TIEMPOS DE 1810

MEDELLIN…. POR LOS TIEMPOS DE 1810

A PROPÓSITO DEL Bicentenario de la Independencia, un repaso de cómo era la villa hace 200 años y cómo vivían sus habitantes.

MEDELLIN.... POR LOS TIEMPOS DE 1810(En 1883, La Veracruz fue la segunda parroquia del casco urbano de Medellín. Se dice que una de sus campanas le sirvió al Sabio Francisco José de Caldas para hacer un cañón destinada a la Independencia.)

En 1810, cuando en la ciudad de Santafé (Bogotá) estallaba el primer grito de independencia con el crucial y preparado incidente del florero, la vida en Medellín transcurría con la tranquilidad de cualquier poblado colonial.

Su jurisdicción abarcaba a todo el valle de Aburrá (ni Bello ni Envigado ni los demás eran municipios) y, según los registros históricos, era apenas un puñado de 360 casas a la orilla de la quebrada de Aná (que después se llamaría Santa Elena), donde hasta las señoras disfrutaban bañarse.

El centro de todo era la Iglesia de la Candelaria y gobernaba a Medellín un cabildo conformado por dos alcaldes, un procurador general y varios regidores.

Todavía no era capital de nada. Desde 1675 estaba proclamada como villa (su nombre completo era Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín) y dependía aún de la ciudad de Antioquia (lo que hoy es Santa Fe de Antioquia).

Medellín tendría que esperar hasta 1826 para convertirse en la capital de la provincia, pero se lo fue ganando gracias a su creciente papel como eje del comercio y punto de abastecimiento para las zonas mineras.

Es muy difícil saber cómo se vestía la gente de la época, coinciden los historiadores. La fotografía no se había inventado y prácticamente no hay pinturas de la época.

Se sabe, no obstante, que las mujeres negras y los indios no podían usar calzado ni entrar por la puerta principal de La Candelaria, reservado solo para los “señores”.

“El pueblo, sometido o esclavo, solo trataba de servir a sus señores y atender la doctrina y cumplir los preceptos de nuestra Santa Madre Iglesia”, describía Tomás Carrasquilla en sus Añoranzas del Medellín Colonial.

“¿Y qué hacían aquellas señoronas sin modas ni espectáculos?”, preguntaba y respondía el escritor. “Rezar, comadrear y a falta de bailes y teatros, jugar día y noche”.
Por: Oscar Dario Montota gomez
Fuente: www. elcolombiano.com.co