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Madrid Winter Festival

Madrid Winter Festival

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Año nuevo, propósitos nuevos. Tras decirle adiós a un 2013 nefasto para el ocio, la cultura y sobre todo la escena musical de Madrid, todas las miradas estaban puestas en un evento que desafiaba las estadísticas, las malas previsiones y el pesimismo de un público saturado de malas noticias y de una escena algo incrédula y reacia a aplaudir las nuevas iniciativas.

 De la tragedia del Madrid Arena a la suspensión de eventos como Goa Año Nuevo; de los desalojos por exceso de aforo en salas y clubs, a la cancelación de festivales como La Sierra Electrónica por insuficiente venta de entradas. El panorama era bastante poco alentador para el afán de los promotores, pero  el equipo de Blondie Events estaba concienciado de que era posible conseguir un buen resultado y de que disponía de los medios necesarios.

 Uno de los factores clave era de forma ineludible la seguridad. Medidas de control públicas y privadas, que ocuparon el mayor porcentaje de esfuerzo de la organización y otros agentes implicados. Controles policiales en los puntos de acceso y salida del pueblo, en el entorno del recinto; seguridad privada, planes de evacuación y un exhaustivo control del aforo no solo lograron que no hubiera ningún fallo de seguridad, sino que también se hizo posible una experiencia cómoda y de calidad para los asistentes.

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A pesar de esa costumbre tan “castiza” de apurar la hora de entrada al máximo, a primeras horas de la tarde ya había una afluencia de público considerable gracias al estratégico reclamo de la actuación de 2ManyDjs. Afuera, la lluvia y la niebla parecían intentar camuflar a unos cuantos cientos de personas  que se preparaban con copa en mano, para el gran momento. Algunos “enviados especiales” de los medios generalistas también merodeaban por el entorno buscando la foto de la polémica fácil sin atender demasiado a la realidad musical que cobraba vida dentro del recinto.

Pasadas las 20.30h, tras el discurso transgénico de The Zombie Kids, llegaba el momento  del techno preciso y minimalista de Gaiser. Con algo de retraso arrastrado, el de Detroit se encargó de arrancar la etapa, para muchos, más apetitosa de la noche. Un live acertado y eficaz que dejó al público en el punto de ebullición para el carismático show de uno de los más esperados, Richie Hawtin.

 Lo cierto es que en sus últimas apariciones en los eventos de año nuevo de Madrid, cuando todavía había varios para elegir, los cierres de Hawtin fueron bastante descafeinados. Pero las críticas nunca han sido una traba para el poder de convocatoria del hombre del flequillo. Esta vez el horario elegido pareció jugar a favor; con las energías del público todavía muy frescas, el espectacular comienzo del set dio paso a un elaboradoshow visual marcado por los jugueteos del ya conocido “punto negro”, que acompañó durante dos horas a una sesión fresca, contundente y divertida, consiguiendo que cerca de 9.000 personas se entregaran totalmente a la que fue una de las actuaciones clave de este festival.

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Tras los aplausos buena parte del público decidió tomarse un respiro, mientras llegaba el turno de Scuba, quizá uno de los menos conocidos para el público más masivo y uno de los preferidos para los más puristas. Un discurso profundo, inquieto y exquisitoconsiguió establecerse como la transición perfecta entre el bombo juguetón de Hawtin y el techno melódico que estaba a punto de apoderarse del recinto en manos de la otra gran atracción, Paul Kalkbrenner.

 Pocas sorpresas durante el directo del alemán que hizo las delicias de su público más fiel. Un buen desfile de sus grandes éxitos quizá no tan maestralmente mezclados como en otras ocasiones, que puede llegar a convertirse en algo monótono si ya eres veterano en bailar bajo el embrujo de Paul. Para la gran mayoría de los asistentes fue una gran oportunidad de disfrutar del concierto electrónico de uno de los más grandes en buenas condiciones, sin el agobio de aglomeraciones, con un montaje de gran calidad, pero con alguna deficiencia en el sonido.

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Deficiencias que se convirtieron en un verdadero problema con la llegada de Robert Dietz. Su sesión, lineal, monótona, se convirtió casi en destructiva por algunos problemas técnicos con el equipo de sonido, que hacían que desde el centro de la pista los graves se escucharan sin fuerza y totalmente distorsionados.

 Haciendo gala de sus mejores energías y buscando el mejor ángulo para esquivar los chasquidos, el público recibió con ganas y alegría a Loco Dice, que resucitó los bailes más apagados a base de “bombo y platillo”; sonidos masificados y ritmos atractivos que dejaron la noche en manos del elegido, Chris Liebing. Un artista que subo jugar bien sus cartas y darle empuje y diversión a un público que lo demandaba, coronando una noche de bailes, experiencias  y, sobre todo, buenos propósitos.

 Pasadas las 6.00 terminaba (oficialmente) una nueva celebración de año nuevo en clave musical, que desató la felicidad de la mayoría del público asistente.  Un público que en ocasiones tuvo que esquivar factores incómodos como el coste de salida, la disposición de las bebidas o el servicio poco profesional de algunos de los empleados de las empresas externas contratadas para el evento, pero que sin duda agradece que se le haya dado la oportunidad de elegir formar parte de este evento, y desea que en el 2014 le dejen seguir eligiendo.