Cuando se habla de cinturones de castidad, se suele pensar en aparatos creados para restringir el deseo sexual y asegurar la fidelidad de las mujeres una vez sus esposos o amantes se encuentren lejos de ellas.

Aunque se cree que se originaron en la Edad Media, específicamente durante las Cruzadas (del siglo XI al XIII),  textos como “Historia de la Obscenidad” del periodista y escritor uruguayo Hugo Martínez de León, atribuyen el uso los primeros cinturones de castidad a Francisco Novello de Carrara, también conocido como “El tirano de Padua”, en el siglo XV, del cual dicen que hacía que sus amantes portaran uno.

Hoy en día, estos dispositivos tienen un significado completamente diferente y su uso es una tendencia creciente entre los hombres. Si bien están elaborados para negar la auto estimulación y el libre contacto sexual, distan mucho de ese concepto de restringir el deseo por considerarlo pecaminoso, o simplemente sucio.

La empresa A.L. Enterprises es la encargada de elaborar la línea de cinturones CB-X, utilizados para mejorar la vida sexual de sus usuarios mediante una práctica conocida como negación del orgasmo, en la cual el hombre es de tendencia sumisa y entrega el control de su propio placer a su pareja.

El sitio web de CB-X lo explica muy bien: “los cinturones de castidad masculinos son dispositivos que imposibilitan que el hombre se toque los genitales para obtener placer sexual. El usuario le da al ‘portador de la llave’ control sobre su satisfacción sexual… el ‘portador de la llave’ tiene dominio completo sobre el placer de su compañero”.

Vienen en tres modelos: el CB 6000S, el CB 3000 y el CB 6000; varían por tamaños, son elaborados en plástico de la mejor calidad y se pueden encontrar con motivos de camuflaje y madera o totalmente transparentes. Su costo parte de los US$ 150 y, cabe agregar, que el CB 6000S recibió el reconocimiento de “producto fetiche del año” en los premios XBiz del 2013.

Jason Yates, director comercial de CB-X, autoproclamados “líderes en cinturones de castidad masculina”,  habló con The Huffington Post y explicó al diario que este dispositivo fue inventado por su esposa y el padre de ella.

En la entrevista, Yates, quien es un asiduo usuario de estos cinturones, agregó que su vida sexual ha mejorado y puso de ejemplo que durante cenas en restaurantes, su esposa le muestra la llave del cinturón, lo cual ha “calentado” los encuentros entre ambos.

Por su parte, Brian Moylan, periodista de este mismo diario, probó el dispositivo durante tres días, y su opinión es completamente diferente de la de Yates. El solo título de su artículo lo explica muy bien: Three Days of Torture in a Male Chastity Device (Tres días de tortura en un cinturón de castidad masculino), en el cual cuenta que “debido al peso y la forma del aparato, tratar de acomodarlo en ropa interior apretada fue casi imposible”, y que la parte más difícil fue “despertarse con una jaula de plástico en el pene”.

Otro aspecto a resaltar sobre este tipo de aparatos es que su uso va más allá de la gratificación sexual. Algunos usuarios aseguran que tras haber portado este dispositivo por meses, como lo expone el artículo titulado “The weird world of male chastity” (El extraño mundo de la castidad masculina, en español), publicado en Kernel Mag, se han generado cambios en el comportamiento.

Un usuario citado en el texto asegura que después de 15 meses de portar el dispositivo, “siente que perdió la necesidad de confrontar a su esposa en relación a cualquier asunto”, y que “el vínculo emocional con ella se ha fortalecido de manera significativa”.

Fuente: semana.com/