SOMOS 5000 EN TELEGRAM INGRESA AQUÍ

La fuente de la silicona : Perfecciones superficiales

En una sociedad donde, sin querer, la belleza del ser humano marca sus límites, llegamos a la nueva Medellín: la ciudad de la eterna silicona juvenil. Júbilo que todos buscan como un tesoro, desde la recién quinceañera “a-lo-Natalia-Paris” hasta la señora “tengo-plata-y-no-quiero-envejecer”. ¿Qué es esto? ¿De dónde salió? ¿Y para qué se gestó? Medellín se convirtió en el “verse bien es sentirse bien fácil, rápido y alucinatorio“. Por sólo 2 millones de pesos, eres capaz no sólo de cambiar tu cuerpo, sino tu corazón, tu mente y tu alma aparentemente, es triste ver cómo importa más lo que el exterior pueda llegar a inspirar, sin importar cuantos vacíos se cierren con 4 hilos, 3 cortes y 500 gramos de prótesis. Como si todo acto de naturalidad estuviera sin estándares reales. Realidades falsas que sólo llegan a un mundo muy bonito, aparente y poco profundo, sombrío y desilusionado.

Una fuerte corriente tan difícil de destrozar, que nadie sabe a donde se dirige, extremos ambulatorios de expresiones sin sentido a donde cada persona cree que los defectos son para eliminarlos, mas no para enfrentarlos (y quién dice que son “defectos” para empezar), sin aceptación no hay gloria, pero con tanta tecnología de por medio es una solución instantánea a todos los problemas y puede que sí, pero solo por algunos segundos, por algunos momentos. Cuando un nuevo defecto aparezca y no sean suficientes todos tus millones de pesos, tetas y liftings para solucionarlo, acabarlo, destruirlo, acoplarlo y concluirlo. ¿Qué vas a hacer?

Tal vez hemos construido una ciudad donde sólo se lee lo material. El paraíso de lo físico, el limite de lo artificial. La percepción ha dejado de ser un problema del alma para volverse exclusivamente un elemento para los ojos. Mas no para la observación. ¿Dónde quedó la actitud y la esencia, dónde quedo el trabajo y la inteligencia? Ahora todo es una cara bonita y listo, no importa si acabo el bachillerato, no importa que no sepa que va a estudiar, no importa que tenga mala ortografía… eso es preocuparse demasiado, eso es lo de menos verdad?

Sí, lo de menos es tener visión, para que en 10 años la pobre pelada esté mantenida amamantando al segundo, hijo arrepentida porque lo único que sabe hacer es ver televisión, la cultura de la no exigencia es mutua en la ciudad. Ellas, por hacerse las víctimas compitiendo por envidias vacías de las que más belleza-maldita tiene, sin importar los precios de la misma y sin convicción alguna porque a las lindas les caen los más lindos.

Ellos por no buscar más que las muñecas inflables de verdad, nada más que un bonito polvo para su colección, para su misoginia machista. Evitemos las mujeres con conocimientos, que sorprendan, que enseñen, que sientan, que sepan, que vivan, que valgan la pena. Por amurados.

Un círculo vicioso de los que pocos se salen y si se salen, se van de Medellín, no encajan o los tildan de guevones. Es triste y un poco consolador dar con las personas. Personas que piensan un poco más allá y de verdad aniquilan todos estos procesos de apariencia y artificialidad. Está en cada persona llegar a la simpleza del alma sin ser insípido, a ser, a saber a tener conciencia de todo lo que pasa alrededor y ubicarlo en su sitio para no dejarse contaminar y aunque muchas veces es inconcientemente inevitable tratar de revertir los procesos con mucha paciencia, al que le toca, le dan.

Medellín, ciudad de la eterna fuente de la silicona juvenil, no de joven, no de jovial, no de vital, sí de vida… vida de mentira.

Vidas mentirosas que no llegan a nada después de muchos momentos. Momentos que acorde a la proporción de las tetas destruyen cada gota de almas quebrantadas y sombrías, que en un pasado fueron llenadas por semen, sudor y lujuria.

No hay conclusión, tómela usted mismo, y acuérdese que también le entró por los ojos.

Algún día sabremos que hay más.

www.medellinstyle.com