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Ganímedes atesora un océano subterráneo de agua salada

Ganímedes atesora un océano subterráneo de agua salada

Ganímedes es la luna más grande del Sistema Solar y la única con su propio campo magnético. El campo magnético hace que las auroras –cintas de gas brillante, caliente electrificado– circulen por las regiones de los polos norte y sur de este satélite. Sin embargo, este fenómeno también está expuesto al campo gravitatorio de Júpiter, debido a que el satélite se encuentra muy cerca del planeta.

Es el movimiento de balanceo de las auroras, que provocan los ‘acoplamientos’ de los campos magnéticos de ambos cuerpos, lo que ha dado a los científicos las pistas de que existe una gran cantidad de agua salada bajo la corteza de Ganímedes.

“Buscábamos cómo usar un telescopio espacial para ver el interior de un cuerpo planetario, y entonces se nos ocurrió observar las auroras”, ha explicado el responsable de la investigación, Joachim Saur, de la Universidad de Colonia (Alemania).

Si está presente un océano de agua salada, el campo magnético de Júpiter crearía un campo magnético secundario en el océano que lo contrarrestaría. Este “fricción magnética” suprimiría el balanceo de las auroras. Esta lucha del océano contra el campo magnético de Júpiter es tan fuerte que reduce el balanceo de las auroras a 2 grados, en lugar de los 6 grados que se registrarían si éste no existiera.

EL AGUA ESTARÍA A 100 KILÓMETROS DE PROFUNDIDAD

Los científicos estiman que el océano tendría unos 100 kilómetros de profundidad, es decir, son 10 veces más profundos que los océanos de la Tierra, y está enterrado a unos 150 kilómetros por debajo de la corteza de hielo de Ganímedes.
Los científicos sospecharon por primera vez de la existencia de un océano en Ganímedes en la década de 1970, basándose en modelos de la gran luna. La misión Galileo de la NASA midió el campo magnético de Ganímedes en 2002,
proporcionando la primera evidencia que apoya esas sospechas.

Las nuevas observaciones con Hubble se realizaron a la luz ultravioleta y sólo podrían lograrse con un telescopio espacial muy por encima de la atmósfera terrestre, que bloquea la luz más ultravioleta., según han explicado los autores del trabajo, que ha sido publicado en ‘Journal of Geophysical Research’.