Darío Zenker, bailarín nato y niño salvaje a lo Mowgli, creció en el profundo sur de Alemania a base de Wu Tang, Gangstarr, Michael Jackson y Sweet Mustard. A los 12 años se trasladó del centro de Múnich al desierto bávaro, pero siempre tuvo la libertad de vagar libremente y explorar su entorno. Cuando cumplió 15 años, se hizo con una mesa de mezclas y un juego de platos Gemini. A partir de entonces, su pasión por la música (y por alterar el orden público) echó a volar. A medida que maduraba, su naturaleza nocturna le llevó a reuniones de trance en Goa y otras ceremonias tribales por el estilo. Volver a casa y conocer a gurús místicos como L.A. Williams, Jay Denham y Shake Shakir sólo sirvió para encender su ardiente curiosidad por la música electrónica underground. Después de recibir su primer disco de techno de Shake a los 16 años, (tras despertarse escuchando los discos de los Beatles de su padrastro en el salón) comenzó su búsqueda del techno.
A los 18 años, el valiente joven fue considerado lo suficientemente hábil como para ponerse a los mandos de Ultraschall, por primera vez junto a Acid Maria y The Hacker. Cuando el famoso templo techno cerró en 2003, la tribu de Ultraschall se separó y fundó nuevos asentamientos en los años siguientes, hoy Harry Klein y Rote Sonne. Adoptado por la familia Harry Klein, Darío encontró su segundo hogar, donde residió entre 2006 y 2012.
En 2006 debutó por primera vez en vinilo y desde entonces ha publicado en sellos como Vakant, Frozen Border y Time to Express, entre otros. En la actualidad, además de la cocina gourmet y la lucha de Kung Fu con sus compadres, el inconformista muniqués canaliza su energía en un proyecto en particular. Fundado por él y su hermano y compañero de fechorías Marco, Ilian Tape es su propio sello discográfico, alimentado con mucho amor desde 2007. ¿Su inspiración? La vida, el amor y el baile.
