El Catatumbo, una región en el noreste de Colombia, es conocida tanto por su riqueza natural como por ser escenario de un conflicto armado que ha marcado su historia. Aquí te explicamos todo lo que necesitas saber de manera sencilla y rápida.

Década de 1980: Los inicios del narcotráfico
En los años 80, los cultivos de coca se expandieron rápidamente en el Catatumbo debido a su clima favorable y la falta de oportunidades económicas. Grupos como el ELN (Ejército de Liberación Nacional) y las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) comenzaron a disputar el control de estas actividades.
Años 90: La llegada de los paramilitares
La situación se agravó con la aparición de los grupos paramilitares, especialmente las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC, grupos armados que decían combatir a las guerrillas). Estos actores cometieron masacres, desplazaron comunidades y exacerbaron la violencia en la región.
Años 2000: Narcotráfico y minería ilegal
Aunque las AUC se desmovilizaron en 2006, el narcotráfico y la minería ilegal siguieron dominando la región. Nuevos grupos ilegales ocuparon el vacío, mientras el ELN y disidencias de las FARC consolidaban su poder económico y territorial.
Después de 2016: Impacto del acuerdo de paz
El acuerdo de paz con las FARC en 2016 no trajo la calma esperada. Disidencias, el ELN y otras bandas criminales intensificaron la lucha por el control del territorio, agravando la crisis humanitaria. Además, la migración desde Venezuela aumentó el contrabando y el reclutamiento forzado.
Hoy: Una región atrapada en la violencia
El Catatumbo enfrenta desplazamientos masivos, inseguridad constante y un ciclo de violencia impulsado por el narcotráfico, la minería ilegal y el abandono estatal. A pesar de los esfuerzos gubernamentales, la región sigue siendo una de las más golpeadas por el conflicto en Colombia. No solo es un territorio en conflicto, sino también un lugar lleno de potencial. Para transformar su realidad, es fundamental atender las causas estructurales que perpetúan su tragedia y priorizar a las comunidades que han soportado décadas de sufrimiento.