
China acaba de presentar una de sus creaciones más intrigantes: una “medusa fantasma” submarina controlada por inteligencia artificial. Hecha con materiales transparentes que imitan el movimiento de una medusa real, este dron puede moverse bajo el agua sin hacer ruido ni ser detectado. Según medios estatales, fue diseñado para explorar los océanos y estudiar ecosistemas, aunque su potencial para el espionaje no ha pasado desapercibido.
Mide apenas 12 centímetros, pero su cámara y autonomía lo vuelven una herramienta poderosa para recopilar información en silencio. Lo más fascinante es cómo combina biología y tecnología: parece una criatura marina más, pero en realidad es una máquina que piensa y observa.
Este avance no solo demuestra la capacidad tecnológica de China, sino también cómo la frontera entre lo natural y lo artificial se vuelve cada vez más difusa. Bajo el agua, la ciencia y la estrategia se mezclan, y las medusas ya no son solo seres del océano, sino espías.
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