
Japón enfrenta un fenómeno social alarmante: cada vez más ancianos cometen delitos menores con la intención de ser encarcelados. Este comportamiento, que podría parecer insólito, refleja las profundas deficiencias del sistema de bienestar social y la creciente crisis de aislamiento entre los adultos mayores.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el 20% de los japoneses mayores de 65 años vive en condiciones de pobreza. Para muchos, la prisión se ha convertido en una única vía de escape, ofreciendo estabilidad, atención médica y compañía que no encuentran fuera. En la prisión femenina de Tochigi, la más grande del país, una de cada cinco internas supera los 65 años. Allí, el personal realiza tareas que van más allá de la seguridad, como bañar y alimentar a los reclusos o administrar medicamentos.
Akiyo, de 81 años, es una de las muchas mujeres que eligieron este camino. Encarcelada por robar alimentos, describe la vida en prisión como “la más estable” que ha tenido. Al igual que ella, numerosos ancianos ven en el encierro una forma de escapar del abandono y la exclusión social. Yoko, una interna recurrente, afirma que la población carcelaria se vuelve cada vez más envejecida, mientras algunos reclusos confiesan reincidir deliberadamente para volver a la seguridad de la cárcel.
Las prisiones japonesas están evolucionando hacia un modelo que combina encarcelamiento y cuidado a largo plazo. Sin embargo, este cambio también supone un desafío: la demanda de personal capacitado para atender las necesidades de los ancianos está en aumento. A pesar de los esfuerzos del gobierno, como programas de reintegración y apoyo comunitario en municipios seleccionados, el alcance es limitado y no logra abordar el problema de fondo.
Este fenómeno es un recordatorio urgente de los retos que enfrentan las sociedades con poblaciones envejecidas y sistemas de bienestar insuficientes. Para muchos ancianos japoneses, la prisión representa no solo un refugio, sino también la última opción para llevar una vida digna.