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La horrible matanza de Zanesville. Leones, Tigres, Osos, Monos, Humanos asesinados.

La horrible matanza de Zanesville. Leones, Tigres, Osos, Monos, Humanos asesinados.

Martes 26 de octubre. Zanesville, condado de Muskingum, Ohio. Estados Unidos. Hacia las 5:30 de la tarde la policía de este pueblo de 25.000 habitantes recibe varias llamadas de vecinos de la zona rural que informan haber sentido extraños ruidos. Algunos de ellos dicen que han visto animales salvajes merodeando por sus propiedades. “Se trata de tigres y leones”, afirman algunas personas. “Hay también osos”, dicen otros. Todos están tremendamente asustados.

La horrible matanza de Zanesville. Leones, Tigres, Osos, Monos, Humanos asesinados.

La policía, comandada por el algüacil Matt Lutz, se pone en alerta máxima. Sospecha de qué puede tratarse. Rápidamente se dirige con sus ayudantes a la finca de20 hectáreas denominada Kopchak Road que está en la vía interestatal número 70 y es de propiedad de Terry Thompson, un hombre blanco de 62 años que tiene una numerosa colección de animales salvajes.

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La policía resolvió asesinar a los animales en lugar de sedarlos.

Desde tiempo atrás, el comandante Lutz ha recibido quejas de los vecinos sobre los animales de Thompson. Precisamente, la semana anterior la policía había hecho una visita a las instalaciones de la finca para atender el reclamo de un vecino que se quejaba de que algunos caballos de Thompson saltaron las cercas y habían hecho daños en su propiedad. Thompson había prometido elevar las cercas. “¿Qué pasará ahora en Kopchak Road?, se preguntó el alguacil bastante preocupado. Los presagios eran negros.

Al llegar a Kopchak Road, los policías se lleva una gran sorpresa: varios animales carnívoros están al lado del cuerpo de una persona que yace en el suelo con manchas de sangre. Rápidamente los hombres de Matt Lutz disparan y ahuyentan a las fieras.

La persona tirada en el suelo es Terry Thompson. Está muerto. No como consecuencia de heridas propinadas por los animales, sino por una herida de bala en la cabeza. Al lado de su cuerpo descansa un arma. Las autoridades inspeccionan el lugar y se dan cuenta de otra terrible realidad: todas las jaulas de los animales están abiertas. Y, lo peor, ¡completamente vacías!

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Se cree que Terry Thompson dejó escapar a los animales para vengarse de sus vecinos.

Cincuenta y seis animales entre leones, tigres, pumas, osos, monos, jirafas están fuera de sus jaulas. Muchos de los animales están todavía entre la finca, algunos merodean cerca de la casa; el resto, han escapado.

La situación es de sumo peligro. Las cercas que encierran a Kopchak Road no están diseñadas para impedir la salida de los animales. Los depredadores constituyen una amenaza no solamente para las personas de los alrededores sino también para sus mascotas y animales domésticos. Otra cosa grave: los animales pueden salir a las carreteras y autopistas y causar graves accidentes.

Casi una hora después de estar en Kopchak Road, el alguacil Matt Lutz toma una decisión trascendental: no hay otro camino que darles muerte a los animales. “Por encima de todo está la protección de la ciudadanía y la vida misma de los policías”, essu pensamiento. Disparándoles dardos adormecedores a los animales no ha logrado nada. No funcionan, no producen el efecto adormecedor. Y eso ha permito a que algunos leones y tigres ataquen a la policía. Ha sido prácticamente una lucha cuerpo a cuerpo la que han tenido que librar con varios gatos gigantes. Hay que tener en cuenta otra situación: las bestias a las que se les logra clavar los dardos pueden huir y caer dormidas en un lugar donde no puedan ser encontradas. Tras pasarle el efecto, el animal seguiría libre, convirtiéndose de nuevo en una amenaza. “Ese riesgo que de ninguna manera se puede correr”, dijo Lutz a sus hombres. La suerte estaba echada: la cacería sería con balas.

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La ciudadanía fue alertada de que animales salvajes merodeaban.

La policía de Zanesville pidió ayuda. Rápidamente comandos adscritos a pueblos vecinos se pusieron a disposición. La policía estatal de carreteras actuó de manera inmediata: acordonó un gran perímetro de la zona rural y cerró todas las carreteras. Letreros electrónicos con mensajes como estos se colocaron en las vías: “Peligro: animales salvajes sueltos”, “Permanezca entre su vehiculo”.

Simultáneamente la policía emprendió otra acción importante: advertir del peligro a todos y cada uno de los habitantes de la zona rural. La tarea no es fácil: en la zona, las casas y granjas están bastante separadas entre sí. Velozmente se organizó una red de comunicación para transmitir la siguiente orden: todo el mundo debe permanecer entre las casas con puertas y ventanas cerradas; los padres deben asegurarse que sus hijos estén con ellos; las mascotas y los animales domésticos deben ser resguardados. Cualquier movimiento extraño debe ser comunicado al 911, la línea nacional de emergencia.

Las autoridades tomaron también otra medida clave: anunciaron que a partir del día siguiente no habría clases en los tres colegios de la zona, hasta nueva orden. La protección de los niños era prioridad fundamental. Intuían que el trabajo de cacería sería largo y difícil. Y así fue. Prácticamente todas las actividades del área de Zanesville se paralizaron por dos días. Ha sido el “toque de queda” mas largo que Zanesville recuerde en toda su historia.

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La intensa lluvia dificultó la cacería.

Se inició, entonces, la tarea de dar cacería a los animales. Estaba claro: la orden era matarlos a tiros, sin titubeos. Los hombres de la policía estaban dotados de sofisticadas armas de largo alcance y equipos de visión nocturna. Se tiene a mano un plan que puede facilitar las cosas: un helicóptero dotado de una cámara de imágenes térmicas se unirá a la búsqueda de los animales. La policía se siente esperanzada. Pero las cosas no pueden salir peor: se desata una gran tormenta. La intensa lluvia y los vientos impiden que el helicóptero se una a la búsqueda. Todo tendrá que hacerlo la policía desde tierra.

Entrada la noche llegó a la finca, Marian Thompson, esposa de Terry Thompson, de quien se había separado hace un tiempo. Tan pronto se enteró de la trágica noticia, decidió acudir a lo que había sido su hogar. La muerte de su esposo la descompuso completamente. Si la muerte de un ser querido es de por sí difícil, más lo es en el caso de una muerte trágica como esta. Marian habló con el alguacil Matt Lutz y con lágrimas en los ojos le rogó que no matara a sus “bebes”, como denominaba a sus “mascotas”. Lloraba profundamente, rogaba, no paraba de suplicar, finalmente entró en shock. Tuvieron que llevarla a un hospital cercano para calmarla.

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Varios de los animales muertos fueron abatidos en la misma granja.

Durante toda la noche del martes la policía persiguió a las bestias. El alguacil contaba ya con un grupo grande de colaboradores. En su ayuda habían acudido el cuerpo de bomberos, fuerzas especiales de emergencia, asesores de la División Estatal de Vida Silvestre y empleados del zoológico privado de Columbus, una población cercana a Zanesville. El personal del zoológico tenía otro plan en mente: se propuso neutralizar a los animales con dardos sedantes. Por su propia cuenta, un par de vecinos intentaron hacer lo mismo.

Como era de esperarse, la cacería se extendió hasta gran parte del miércoles. Al atardecer de ese día, el espectáculo era dantesco. Cuarenta y nueve animales habían sido abatidos: nueve leones machos y ocho hembras, tres pumas, seis osos negros y dos leopardos, un babuino y dos lobos. Sus cadáveres quedaron desparramados por varios kilómetros a la redonda. Un buen número cayó dentro de la misma finca. Un par de animales no murieron bajo el fuego de la policía: un lobo fue accidentalmente atropellado por un automóvil en las carreteras; un caballo y un mono encontraron la muerte en las fauces de los leones. Esto prueba –dijeron las autoridades- que los animales estaban mal alimentados. “Para que un león macho se ponga en el trabajo de cazar, tiene que tener el estomago completamente vacío”, dijo un experto en animales.

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De los 49 animales asesinados 17 eran tigres de bengala y un tigre siberiano blanco, ambas especies en vía de extinción.

“Probablemente los 49 animales serán enterrados en la propiedad de Thompson”, declaró un funcionario de la Policía.

Gracias a los dardos sedantes, seis animales pudieron ser capturados vivos: tres leopardos, un oso pardo y dos monos.

Barb Wolfe, una veterinaria del zoológico de Columbus, intentando salvar a los animales de las balas de la policía, le disparó un dardo tranquilizante a un tigre. Pero desafortunadamente el sedante no actuó de inmediato y el animal intentó abalanzarse sobre ella. Por fortuna, el tigre detuvo su marcha, echó hacia atrás y huyó. En su camino de huida un policía le dio muerte al felino de un disparo.

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Uno de los 9 leones asesinados devoró a un mono.

También se salvaron de morir algunos monos, babuinos, cachorros de tigre y de leones que vivían enjaulados dentro del garaje y el sótano de la casa de Thompson. Por fortuna las puertas de estas jaulas no estaban abiertas.