Detrás de la casa de Angélica había una pequeña Maloka la cual utilizaba para trabajar el yage. Una almohadita para sentarme y un velón gastado era lo único que nos acompañaba, el velón era la luz en la sombra, más no en la oscuridad.
Lo primero que me explicó Angélica era que yo no iba a ver serpientes, jaguares o pájaros, que ella le gustaba era la magia blanca, que invocar espíritus negros para pedir ayuda en el presente , no era la mejor idea para el futuro. Palabras mas, palabras menos, su labia era una combinación de buena energía con rezos, padrenuestros, palabras indígenas y cánticos repetitivos por mas de 3 o 4 horas.
Una vez me dispuse a hacer la toma, conociendo el sabor de otras sustancias parecidas, y por experiencias ajenas, el sabor simplemente fue a tierra, a mata, a maleza. El menjurge no pega duro en el estomago al principio. El cuerpo se va intoxicando muy lentamente en mas o menos una hora. A diferencia de otras drogas psicodelicas, el yage es reconocido por ser obviamente mas mental, que físico.
Como por arte de magia, la sala comenzó a quedarse sin mucho oxigeno, el calor era un poco asfixiante, hasta que se apagó la luz.
En la sombra, el cerebro al no recibir informacion visual a travez de la retina, y disponer solo de los impulsos eléctricos y shocks nerviosos en los que la sustancia afecta, combinada con la borrachera e introspección que genera, solo puede dar como resultado un caos mental entre psicosis, frenética y todo tipo de ideas!
A medida que el yage es procesado por el estómago el cual cada vez se va a sintiendo mas pesado e intoxicado, y todos sabemos cual es la forma automática del cuerpo para producir adrenalina e intentar deshacerse de lo que lo esta dañando…
Pero todo esta en la meditación y el control mental. Cuando abría los ojos veía formas humanas entre las sombras, al principio la mente las generaba de la pocas siluetas y pequeñas entradas de rayos de luz que aparecían flotando, cuando la sustancia tomo control de mi psicosis, llegué a asustarme un poquito, al creer que esas figuras caminaban hacia mi, pero al cerrar los ojos simplemente se deshacían.
Angélica decía que eran espíritus, yo simplemente sabia que era la droga jugando con mis sentires, fantasmas, pasados, presentes y futuros.
Lo que mas recae sobre la mente de una persona no son sus fortalezas. Pocas veces tomamos en cuenta los hechos, sobre las posibilidades. Muchas veces pensamos mas sobre los contras que sobre las ventajas. Casi siempre recaemos en lo malo que en lo bueno. Simplemente porque estamos acostumbrados a recibir lo bueno como una caricia afectiva de la vida, como un presente lleno de dopamina infinita, cosa lo cual es imposible. Es casi imposible rendir siempre bien, es imposible acostumbrarse a una felicidad absoluta por medio de hechos siempre buenos. La felicidad es un estado, mas no un sentimiento. Y como todos los estados son variables, es nuestro estado favorito, pero siempre se nos olvida todo lo que tuvimos que tardar para llegar a el.
Todo lo que hicimos, caminamos, sufrimos, abordamos, pensamos, reflexionamos para que solo por otro tiempo lo volvimos a alcanzar.
Con el tiempo, pasando de estado a estado, nos damos cuenta que estos procesos de evolución y transgresión personal son nada mas que nuestra propia naturaleza. Naturaleza que creas o no, quieras o no, a todos nos pasa. Habrán casos de casos, funciones de disfunciones y descontextos. Pero naturaleza es naturaleza, y no hay nada mejor que estar conciente de esa naturaleza cambiante y agreste que nos da la vida.
Algunas veces puede que la tomemos a la deriva, otras veces con detalle, depende de como advertir sus consecuencias.
El yage fue un ataque mental que recorre todo el presente por el cual has pasado. Acumulado y sintetizado. Ayuda a tomar en cuenta todos los defectos, los mezcla con las alegrías y los vuelve una sola línea atemporal por unos instantes. Ayudandote así a diferenciar lo que verdaderamente te aflige y lo que no te debería incomodar. Impulsos electrizantes de cada tiempo para un presente.
Cansado me quise acostar, pero no hubiera sido la mejor posición para el estomago, así que Angélica me dijo que bien me sentara y lograra seguir concentrado. A las 2 horas volvimos a prender la velita, hicimos los rezos de agradecimiento final y como buenos médicos nos fuimos a descansar. No hubo necesidad de vomitar, como dijo Angélica, la sustancia curativa se quedo toda dentro de mi.
Escuche buena musica armoniosa el resto de la noche para verdaderos escalofríos, la retina estaba hipersensible, veía prácticamente como se quemaba en vivo y en directo. Luego de muchas horas mas, pude conciliar el sueño. A la espera de la verdadera travesía. :-)
