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SIN PEPAS NO HAY PARAISO (Fuente: Donjuan.com)

SIN PEPAS NO HAY PARAISO (Fuente: Donjuan.com)

EL ConSuMo dE ÉXTaSIS En CoLoMBIa Ha CRECIdo CoMo La SonRISa dE IdIoTaS QuE TIEnEn SuS ConSuMIdoRES QuE, En MEdIo dE una FIESTa SIn PIES nI CaBEZa, SERÍan CaPaCES dE aFIRMaR QuE SIn PEPaS no HaY RuMBa nI PaRaÍSo.

—a mí ya se me está bajando, ¿nos comemos otro cuartico?

El bar está lleno y el dee jay mezcla Personal Jesus de Depeche Mode con golpes de tambor que suenan 136 veces por minuto.

La gente debe hablarse al oído. El neón baña a una pareja que está en el centro.

Se besan, miran alrededor y ríen. Le dan vueltas a la gente, al otro, al lugar. Van al baño, contraatacan.
Deben tener veintipico de años y una generosa dosis de éxtasis alterando las relaciones bioquímicas de su mente y generando más serotonina (sustancia que produce el cerebro humano cuando se experimenta placer) de la que la vida urbana permite.

Sus pupilas se dilatan, su temperatura corporal crece, bailan sin parar, sienten la energía de lo que los rodea y experimentan una empatía desbordada. Eso es el éxtasis y para eso se lo comen: para fundirse en todos los sentidos. Toman agua en una botella de plástico y de vez en cuando prueban el trago de quien se cruzan en su baile.

Están dichosos y se ven bonitos.

–Sí, ¿o media y media

De ellos sale un vapor casi secreto que pone a los que están cerca a gozar. El éxtasis es una droga que varía de intensidad de acuerdo al ambiente en el que se consuma. Acá, en la pista, todos bailan con todos y con nadie, consigo mismos. El entorno, las luces, la música y el apretuje están diseñados para potenciar el efecto de la pepa. Todo estalla.

Ahora suena Colorado, de Nortec. Algunos gritan y aplauden, directo San Isidro, they will come from Tijuana, they will come to Chicago, in a colorado car…
Los demás cierran los ojos para bailar en silencio. Hay un paréntesis en la euforia colectiva, un vaivén de hamaca que mantiene la expectativa intacta. Luego vuelve la ola de placer y todo queda
mojado. Son las tres. Nadie parece tener prisa y todo seguirá fluyendo, mientras ninguno sobrepase una tácita e invisible frontera que separa las emociones, ideas y sensaciones individuales de las colectivas.

–¿Será? Pues sí, rico

En otro de los salones hay parejas que se arrunchan en los sofás, se acarician y besan, lejos del embale de la pepa. En los balcones, que miran a la ciudad céntrica y caótica, varias personas descansan de la sensación extrema de estar rodeadas y cruzando miradas con extraños que rozan, queriendo o sin querer, sus cuerpos acalorados. Keep Walking. Algunas tienen un martini en la mano y tetas de silicona. Fuman. Hablan. Otros tienen el bajón y juegan con el celular. Hay alguien muy solo, apoyado en la baranda que mira a la calle con vértigo, rechinando sus dientes, sufriendo la náusea, viviendo un escalofrío.

–Bueno, tú la tienes…

yoni es uno de los vendedores de éxtasis más conocidos por los peperos de Bogotá.

La ciudad, a su vez, es la capital latinoamericana donde más personas lo han probado, según el informe de consumo global de drogas-2006 de la ONU. Los consumidores habituales de ‘equis’ llenarían cualquiera de los estadios grandes del país.En las agendas de los celulares de Yoni hay hombres de negocios, farándula criolla, nuevos yupis y hippies legendarios, gente de los medios, la política y la bolsa, catedráticos y una creciente lista de estudiantes universitarios y profesionales de estratos cinco y seis.

–¿Qué se le ofrece, mijo? Ya voy para allá, máximo media hora.

Él ofrece diversidad en precios y servicio a domicilio las 24 horas. El pedido mínimo es de 100 mil. Sus clientes pueden comprarse una Crystal Ice de 15 mil o una Mitsubishi pura, que no fue rendida con cafeína, cocaína, anfetaminas o heroína, de 200 mil.

Los fabricantes y expendedores han recurrido, desde los inicios del éxtasis, a famosas marcas y clichés para identificarlo. En el caso de las pastillas hechas en casa, el nombre que se les pone es un capricho del “cocinero”, mientras que en las importadas de alta calidad se alude a una característica específica que, en teoría, se experimenta durante el “viaje”. Ambas tienen un dibujito en el centro.

–Patrón, una de esas dura todo el fin de semana y no da guayabo.

Estados Unidos ha sido uno de los hogares del éxtasis. En 1913, los laboratorios farmaceúticos lo sintetizaron allí por primera vez. Al terminar la Segunda Guerra fue utilizado en experimentos con animales.

En los años setenta, la comunidad psiquiátrica le suministró medio millón de dosis terapéuticas a personas que padecían trastornos mentales. Al mismo tiempo, en Chicago, Nueva York y Detroit, los negros y los gays encontraron una válvula de escape bailando techno, acid house y disco en bodegas y edificios abandonados en los que la pepita no podía faltar. Europa es su otra casa. En Inglaterra lo prohibieron desde 1977.
Diez años después, los jóvenes se encargaron de llevarlo a Ibiza en sus vacaciones. De allí, se desperdigó al resto del continente en viajes personalizados que hicieron de los primeros grupos de consumidores cofradías exquisitas.

–Jefe, estas que tengo están buenísimas, a 30 mil, llegaron poquitas.

Desde su aparición en la vida nocturna del planeta, el precio de la pepa ha dependido de su calidad y su origen. En varias ocasio-nes las muertes de consumidores se han atribuido a la composición química de pastillas alteradas que no eran éxtasis. En Colombia se han comercializado millones de dosis que no contenían la sustancia.

La mayoría de las pepas que Yoni vende son made in Cali y, a pesar de estar rendidas con otras sustancias, son apetecidas por sus clientes.

–Yo tengo mi propio cocinero para cuando no llegan pepas de afuera, es un químico de la universidad, él cocina en su cuarto y ni los papás saben que ésta haciendo.

De vez en cuando, algún extranjero (camuflado de turista) y uno que otro colombiano traen de Inglaterra, Holanda o España, pequeñas cantidades de pastillas de más pureza. También hay envíos por correo en los que llegan menos de 10 dosis que ocasionan celos entre los consumidores.

–Esas me las compran los traquetos o la farándula.

Aunque el éxtasis se ha emparentado con las drogas psicodélicas, las investigaciones aseguran que son casi opuestas. A diferencia del ácido lisérgico, las pastillas fortalecen la unidad del ego y, a la vez, son empatógenas. Además, no generan alucinaciones visuales, sino que dependen del entorno auditivo para surtir efecto.

–Para la rumba de Ladytron le tengo unas Marlboro pa’ que se vuelva todo un vaquero, mijo.

Aunque hay bastantes pintas punketas, ahora sid and Nancy son glamorosos y se besan con ternura. Jamás se golpearían ni atascarían de droga. Se nota que fueron a la peluquería muy temprano. El Peace and Love de los papás resucita.
Buen casting.

Son las nueve en punto. El baile, aunque incipiente, empieza a apagar conversaciones, celulares y cigarrillos. Una pareja recién llegada se apodera del centro de la escena futurista.

Desde la barrera, el deejay residente mira a la poca gente que está bailando como a un toro manso que él mismo, más tarde, tiene la tarea de despertar.

–Marica, no me rayes, la tienes tú…

El voltaje sube y la atmósfera se calienta. Azul, naranja, verde y de nuevo azul. Rápido. El neón acompaña ahora a Daft Punk.

–No nos rayemos, ahora la buscamos.

Un grupo de gente se acerca a la pareja. Ellos sí saben dónde tienen sus pepas y les regalan una.

–…music sounds better with you… I wanna be together with you…

Los que bailan se van sincronizando como una tribu en busca de su dios. El símbolo de Smiley –que nació a mitad de los años ochenta en Londres como una clave secreta que anunciaba el éxtasis en la publicidad de los primeros raves–, se reproduce en sus caras.

–Se me volvió a subir la pepa, nena.

Los chicos se abrazan formando un círculo y las chicas bailan, muy juntas, adentro de la figura.

–Sí, estas están ricas.

El deejay mezcla a Madonna con los mismos tambores veloces.

–Deli, marica.

–los peladitos de ahora compran al por mayor y las revenden.

Desde que el MDMA (siglas químicas del éxtasis) fuera incluido en la Lista I de sustancias ilegales de la DEA, en julio de 1985, las autoridades de todo el planeta han enfrentado varios problemas a la hora de atacar el tráfico: las pastillas se fabrican en laboratorios caseros, no hay carteles ni capos, y la pepas pueden pasar por medicinas ante controles policiales. Desde entonces, tanto el consumo recreativo como el terapéutico, pasaron a la clandestinidad.

Las dosis empezaron a ser rebajadas y los precios subieron.Algunos consumidores vieron en la astilla el tóxico ideal del que habla Aldous Huxley en ‘Se busca un nuevo placer’ y formaron sectas para promoverla.

–Cuando acá viene cualquier deejay duro, vendo 300, 400 pepas.

Yoni, de 35 años, se mueve por la ciudad en un par de taxis. Llega puntual y no come pepas.

–Los tengo en el teléfono por estratos, para darles prioridad a los patrones cuando la noche está agitada.

Yoni trabaja entre Cedritos y la calle 26, siempre entre la Séptima y la Caracas. El que viva fuera de esos límites tiene que citarlo en alguna esquina de Chapinero o la Zona Rosa.

–Yo no espero a nadie, el que corre el riesgo de caer soy yo, si no meten pepas un día no les va a pasar nada, antes mejor.

Less is more es uno de los muchos manuales para consumidores que se inician en el éxtasis. La regla de oro es, precisamente, esa: entre menos frecuencia haya en las parrandas, mayor será el efecto de la dosis. No mezclarlo con otras drogas, estar con personas cercanas, tener el estómago vacío, beber agua, dormir bastante antes y después del viaje y controlar la temperatura son algunos de los consejos.

Según el libro, las muertes de consumidores que encendieron las alertas contra el éxtasis a finales de los setenta en Inglaterra, se dieron por coagulación intravascular producida por altas temperaturas internas. Es decir que un par de litros de agua y breves intervalos de descanso habrían bastado para evitarlas.

–Las pepas son bacanas porque así la gente toma menos trago y se relaja.

El científico norteamericano Alexander Shulgin, uno de los defensores del éxtasis, aseguró que el MDMA le curó su tartamudez. Durante años, se dedicó a consumirlo con el objeto de hacer un seguimiento científico de los efectos. Su teoría final es que, a partir de su composición química se crearán sustancias capaces de inhibir, dosificar y potenciar las emociones humanas, sin afectar de manera considerable el funcionamiento sano del organismo.

–Es muy jodido que me agarren, yo tengo mi propio sistema de seguridad.

La polémica alrededor de los efectos nocivos sigue vigente. Aunque no se ha comprobado aún que afecte el sistema nervioso central, algunos consumidores habituales acusan tener, al otro día de la farra, dolores musculares, fatiga, insomnio, depresión. La OMS asegura que los perjuicios son más grandes que los beneficios.
En Inglaterra, durante los años noventa, se consumieron un millón de dosis cada fin de semana, a pesar de la persecución policial, mientras que, en 1994, el Partido Laboralista Holandés pidió su legalización.
Actualmente, algunos investigadores que se refugian en la legislación de Nuevo México y California, siguen experimentando en terapias psiquiátricas con el fin de develar verdades ocultas.

–Yo nunca veo pasoneados a mis clientes, a veces están un poco ansiosos, pero me ven, se comen su pepita y todo se relaja.

Aunque desaparece en 24 horas del cuerpo, es la droga con mayor efecto residual. Se pueden sentir réplicas de sus efectos semanas después del último consumo. Los psiquiatras setenteros lo bautizaron Adán, pero los expendedores callejeros encontraron en éxtasis una palabra más vendedora.

–Cuando me llame, pídame tachas o ruedas.

–A mí ya se me está bajando, ¿nos comemos otro cuartico?

Suena Sweet Dreams. El éxtasis ha bajado.

–Sí, ¿o media y media?.

La pareja sigue bailando.

-¿Será? Pues sí, rico.

Unos cuantos extranjeros comprueban la vieja leyenda de ‘Drogotá’: la ciudad de los psicotrópicos baratos y las mujeres bellas que no paran de bailar.

–Bueno, tú la tienes

–Marica, no me rayes, la tienes tu.

La pista ya no está llena.

No nos rayemos, ahora la buscamos.

Un par de rumberos se acerca a la pareja. Ellos sí saben dónde tienen sus pepas y les regalan otra.

–…I feel love, I feel love, I feel love…

Algunos se van a dormir y otros buscan nerviosos donde seguirla.

–Se me volvió a subir la pepa, nena.

Falta un cuarto para las seis.

–Sí, estas están ricas.

La pista se desocupa. La pareja no se sorprende al ver que los están dejado solos. Se besan. La música para.

–Deli, marica.

Fuente: www.donjuan.com